Los pagos en metálico en España suponen la gran mayoría de las transacciones, el 83% de las operaciones y el 66% según el valor de los importes, según un reciente estudio del Banco Central Europeo (BCE), que recoge que, por su parte, el uso de las tarjetas se sitúa en el 15% de las transacciones en España, frente al 24% de la eurozona.
Y es que el dinero en metálico continúa siendo el principal instrumento de pago en la eurozona, tanto por el número de transacciones como por el importe de las mismas. Así, en 2019, el efectivo fue el método de pago usado para el 73% de las transacciones en punto de venta y entre personas, hasta unos 160.000 millones de operaciones, cuyo importe ascendió a 4,08 billones de euros, el 48% del total.
No obstante, se constata un ligero aumento en el uso de tarjetas para pagos minoristas a nivel europeo, cinco puntos porcentuales en los últimos tres años, del 19% de 2016 al 24% (41% en términos de importe).
Asimismo, en tres años (desde 2016 a 2019) el uso de monedas y billetes ha descendido en casi seis puntos porcentuales, mientras que en España ese descenso ha sido de cuatro puntos. De hecho, en términos de volumen de las transacciones realizadas, España ocupa el primer lugar del ranking de pagos con efectivo, al representar dos terceras partes de todas las operaciones materializadas por los consumidores en este país, por delante del resto de territorios de la zona euro.
Como ocurre históricamente, los países del norte europeo son los que lideran los pagos minoristas con tarjetas de crédito u otros medios como las transacciones a través de internet. Por el contrario, en los Estados del sur el efectivo sigue siendo una herramienta primordial para comprender el comportamiento de los consumidores.
Así, mientras que en Finlandia o Países Bajos el uso de monedas apenas representa ya un 35% y un 34% de los pagos, respectivamente, este ratio alcanza en Italia el 82%, en Portugal el 81% y en Grecia el 80%. Además, el país en el que más ha ido disminuyendo el uso del efectivo ha sido en Finlandia (casi 20 puntos porcentuales menos), seguido de Países Bajos (11 puntos menos), Irlanda y Luxemburgo (10 puntos menos, respectivamente), así como en Francia (nueve puntos) y Grecia (ocho puntos).
Cambios durante la pandemia
Aunque los datos del BCE se refieren a los pagos realizados en 2019, con el objetivo de evaluar el posible impacto de la actual pandemia del Covid-19 en los hábitos de pago de los consumidores, el BCE llevó a cabo en julio de 2020 una encuesta cuyos resultados indican que, si bien cuatro de cada 10 participantes declararon que utilizaban el efectivo con menor frecuencia desde el inicio de la pandemia, la mayoría esperaba seguir haciendo uso después de la pandemia. En concreto, el efectivo fue usado un 63% en restauración, un 57% en pequeños comercios y un 38% en supermercados.
Además, el 8% de los encuestados afirma que no había pagado en efectivo desde el inicio de la pandemia, pero de los que habían estado pagando en efectivo, algo más del 35% dijo haber vivido una situación en la que no se aceptaba efectivo (17% raramente, 13% a veces y 5% a menudo).
Si se compara el comportamiento de los ciudadanos durante la crisis sanitaria por países, el informe del BCE revela una “gran variación” de las estadísticas. Por ejemplo, en España, Irlanda y Bélgica más de la mitad de los encuestados admiten que han pagado menos en efectivo desde la pandemia. Muchas de las adquisiciones se han materializado a través de internet.
Pero incluso en otros muchos casos, los de las tiendas, los españoles también han tirado más de tarjeta para evitar el contacto con el dinero en efectivo como medida de seguridad. El avance de las tarjetas en España contrasta con otros países, como Letonia o Malta, donde apenas el 25% de los consumidores admiten haber usado más este método de pago frente al efectivo como consecuencia de la enfermedad.
Por otra parte, los pagos con un dispositivo móvil (por ejemplo, un teléfono o un reloj inteligente) no ha mostrado un gran avance, a pesar de lo que se pueda pensar en un principio. Porque más de la mitad (53%) de los encuestados afirma que no cuenta con uno de estos instrumentos de pago.
Con todo, el propio BCE concluye que “el impacto a largo plazo en los hábitos de pago es aún incierto” y se compromete a velar por que el efectivo siga siendo un medio de pago accesible y aceptado en toda la zona del euro, “la libertad de los consumidores para elegir su método de pago es primordial para nosotros. Por ello tratamos de asegurar que el efectivo sea aceptado, y esté disponible, en cualquier lugar de la zona del euro”, señaló el miembro del Comité Ejecutivo, Fabio Panetta.