Durante el primer trimestre del año, Hacienda ha recaudado 96 millones de euros a través del nuevo Impuesto sobre los Envases de Plástico no reutilizables. De esta cifra, el 74% procede de los sectores de la fabricación y la alimentación. Asimismo, el incremento de recaudación de febrero a marzo, especialmente en estos sectores, ha sido de un 75%, según el registro de Ayming, que recuerda que, según las últimas estimaciones, el Gobierno tiene el objetivo de recaudar 491 millones de euros con este tributo.
Este impuesto, que entró en vigor el 1 de enero de este año, grava la fabricación o adquisición intracomunitaria e importación de envases no reutilizables, embalajes secundarios y terciarios que contengan plástico, incluyendo, incluso, los films protectores de palés o los plásticos de burbujas que emplean los operadores logísticos para embalar las mercancías, “suponiendo un riesgo fiscal para la industria de la distribución, fabricación y alimentación, del cual han alertado las diferentes patronales y asociaciones, que, incluso han presentado peticiones de moratoria y que, por el momento, Hacienda no contempla”, explican desde esta consultora.
España ha sido el único país de la Unión Europea que ha decidido aplicar esta nueva carga impositiva, al contrario que el resto de estados, que la han aplazado teniendo en cuenta la complicada coyuntura que se vive a nivel internacional y el actual escenario de inflación.
En palabras de Sonia Álvarez, directora de Fiscal de Ayming España, “más allá de la evidente merma de competitividad que va a sufrir España y, especialmente su industria, una gran cantidad de empresas aseguran desconocer cómo llevar a la práctica su obligación tributaria. En abril, más de un 80% de empresas del sector no tenían automatizado los procesos necesarios para realizar un reporte y declaración del tributo eficaz, e incluso una gran parte del tejido industrial no es consciente de que tienen que presentar este impuesto, lo que implica un aumento significativo de la carga administrativa para la gestion del tributo, con el correspondiente aumento de los costes fijos que genera su gestión”.
Pérdida de competitividad de las empresas españolas
El gravamen está dificultando las importaciones a las empresas españolas, puesto que en muchas ocasiones la industria alimentaria no fabrica los envases, si no que los adquieren a un tercero y, según Álvarez, “en multitud de ocasiones, el vendedor desconoce la cuantía de plástico virgen contenido en los mismos. Además, los principales proveedores del sector están localizados en Polonia, República Checa, Francia o Italia, y aunque deberían informar de las cantidades de plástico que aportan a las empresas, al tratarse de un impuesto no armonizado y que no está en vigor en esos países, la realidad es que no están obligados a hacerlo atendiendo a sus respectivas legislaciones, de modo que conseguir este tipo de información para cuantificar la base imponible a declarar resulta cuanto menos, complejo”.
Además, el coste administrativo para las empresas se trata de otra de las trabas que denuncia el sector, puesto que se ha visto obligado a modificar todos los sistemas por la dificultad de su gestión administrativa e incluso, a contratar o prescindir de plantilla, puesto que según recoge Hacienda, es imprescindible el registro de un representante que registre la información necesaria en cuanto al plástico virgen.
En palabras de directora de Fiscal de Ayming España, “a pesar de que sospechamos que, en estos momentos, la Agencia Tributaria no dispone de los suficientes recursos para ejecutar inspecciones que logren objetivos economicos razonables, las cifras de este primer trimestre no nos han sorprendido, puesto que el gran consumo y la alimentación son los sectores de actividad ideales para testar la recaudación, a pesar de que aún siguen reponiéndose de las diferentes circunstancias sobrevenidas a las que han hecho frente”.