El consumo diario de frutas y hortalizas entre los jóvenes españoles está por debajo del de la población general. De hecho, aunque el 59% de los jóvenes consume frutas y el 41% hortalizas al menos una vez al día, estas cifras son significativamente inferiores a las del conjunto de la población, en la que el consumo diario asciende al 71% y 44%, respectivamente
Así lo ha confirmado en su intervención en el Congreso Aecoc de Frutas y Hortalizas la responsable de estudios de Aecoc Shopperview, Marta Munné. Bajo el título “Descifrando a la Gen Z: ¿Cómo se relacionan con las frutas y hortalizas?”, Muné ha compartido los resultados de la tercera edición del Barómetro del Consumidor de Frutas y Hortalizas, un estudio realizado en colaboración con Patatas Menéndez y que este año pone el foco en un colectivo clave para el presente y futuro del consumo: la Generación Z. El informe analiza los hábitos, barreras y motivaciones de los jóvenes en relación con la compra y consumo de frutas y hortalizas.
El estudio constata que el consumo aumenta con el ciclo vital y tiende a aumentar con la edad, pero actualmente se enfrenta a obstáculos claros: falta de apetitosidad, baja conveniencia y percepción de coste elevado. Por otro lado, el informe señala que los principales impulsores del consumo de fruta son la salud (97%), el sabor (55%) y la conveniencia (25%), destacando su papel versátil a lo largo del día, desde el desayuno hasta el postre o la merienda, con formatos fáciles y rápidos como frutas de temporada, snacks, zumos o “smoothies”.
En el caso de las hortalizas, su consumo está más limitado a almuerzos y cenas, integrándose como ingredientes en guisos, ensaladas o cremas. Sin embargo, los jóvenes rechazan el plato tradicional de verduras hervidas, impuesto desde la infancia, y buscan experiencias más sabrosas y satisfactorias. Este deseo de placer inmediato y disfrute gastronómico se impone sobre el sacrificio percibido que, según declaran, implica comer verduras, especialmente cuando los sabores son intensos, las texturas poco atractivas o las preparaciones exigen demasiado tiempo y esfuerzo.
La conveniencia, entendida como facilidad de preparación, rapidez y reducción del desperdicio, se erige como un factor determinante. Los jóvenes valoran especialmente los productos que se adaptan a sus rutinas y limitaciones, y manifiestan su frustración ante frutas y hortalizas con fecha de caducidad corta, complicadas de preparar o que requieren utensilios específicos. De hecho, un 72% cita la conveniencia como principal barrera, seguida del disfrute (30%) y el coste (26%).
El estudio apunta hacia una estrategia clara, renovar el imaginario actual de frutas y hortalizas (saludable pero aburrido y complicado) por uno más apetecible y fácil, aunque suponga ceder ligeramente en la dimensión saludable. Esto pasa por comunicar de forma directa y atractiva en los canales donde los jóvenes están presentes, explorando recetas sencillas y visuales, nuevos formatos (zumos, snacks, preprocesados), sabores innovadores (exóticos, picantes) y productos elaborados que mejoren la experiencia sin renunciar a lo esencial.
Asimismo, se identifican tendencias emergentes que conviven con la realidad actual como la sostenibilidad, los productos ecológicos, los envases responsables, la tecnología alimentaria, los nuevos formatos como fruta liofilizada, el real fooding, y el veganismo. Sin embargo, la prioridad para los jóvenes sigue siendo lo práctico, sabroso y económico, por encima de lo ideológico o ambiental. En este contexto, los productos elaborados juegan un papel clave. Aunque presentan ciertos reparos por sus posibles aditivos o por alejarse del hábito de cocinar, resultan una alternativa eficaz para facilitar el acceso a una mayor variedad de verduras, ahorrar tiempo y evitar desperdicios.