Los productos lácteos como leche, yogur o queso, que forman parte de la dieta equilibrada de millones de españoles desde hace décadas, son alimentos nutritivos, asequibles, de máxima calidad y seguridad alimentaria y decisivos para la prevención de enfermedades. Frente al auge de bebidas y otros alimentos de origen vegetal que se atribuyen beneficios de los lácteos o incluso incumplen la norma sobre denominaciones, la Organización Interprofesional Láctea (INLAC) aclara que son muy diferentes.
De este modo, el consumidor debe conocer que los productos de origen vegetal pueden ser complementarios a los lácteos, pero no deben ser confundidos como sustitutivos, ya que tienen distintas propiedades y nutrientes. «Cuando seleccionamos un alimento para la cesta de la compra, estamos comprando de forma casi inconsciente propiedades nutricionales para una dieta equilibrada», aseguran desde la Interprofesional.
Por tanto, cuando compramos guiados por una etiqueta de ‘leche’, “yogur” o ‘queso’, hay toda una elección dietética detrás insustituible, en forma de un aporte de proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos esenciales, vitaminas o minerales como el calcio. De hecho, los lácteos son la principal fuente de ingesta de calcio en la alimentación europea (en el caso de los españoles, más del 60% del calcio de su dieta procede de los lácteos).
Las principales Guías en Alimentación nacionales e internacionales recomiendan tomar entre dos y cuatro raciones al día de lácteos, dependiendo de la edad y circunstancias de cada colectivo. Sin embargo, el consumo de los españoles está con frecuencia por debajo del recomendado, lo que se asocia con perjuicios nutricionales.
Una ración de leche equivaldría a 200-250 mililitros (una taza o vaso), mientras que la ración de yogur serían 250 gramos (dos yogures). La porción de queso semicurado o curado rondaría los 30 gramos y, la de queso fresco, sobre 60 gramos. Con estas pautas, serían fácilmente alcanzables las tres raciones al día, de media, que aconsejan organismos como la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Los beneficios de los lácteos son enormes. La ingesta regular de leche y de productos lácteos se asocia con un mayor crecimiento y menor riesgo de obesidad en la infancia, por ejemplo. Y, en los adultos, con una mejora de la composición corporal y un riesgo reducido de mortalidad, enfermedades cardiovasculares y diabetes de tipo 2 así como con menor riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer. Razones poderosas para no dar la espalda la dieta mediterránea, que incluye estos “superalimentos” accesibles.
Productos vegetales, pero altamente procesados
Aunque algunos alimentos vegetales, con frecuencia altamente procesados, pueden constituir una cierta fuente de proteínas, su valor nutricional es claramente diferente al de los lácteos y nunca podrán denominarse como tales.
En este sentido, la legislación europea ha sido siempre bastante explícita en cuanto al uso del término ‘leche’ y de términos relativos a los derivados lácteos, como queso, yogur, mantequilla… En su Reglamento 1308/2013, ya especificaba que el uso de la palabra ‘leche’ debía reservarse para referirse al producto de origen animal mientras que el Tribunal Europeo de Justicia respaldó en 2016 esta cuestión en su sentencia C-422/16, haciendo una interpretación clara de las normas existentes en ese momento.
Esta decisión no se ciñe únicamente al ámbito de la UE. Conviene recordar que las instituciones comunitarias están plenamente alineadas con el criterio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), organización que entiende que la utilización errónea de términos como ‘leche’ induce a la confusión de los consumidores. La FAO adoptó la Norma General para el Uso de Términos Lecheros en 1999, reservando el término ‘leche’ al líquido obtenido de la ‘secreción mamaria de animales lecheros obtenido mediante uno o más ordeños’ ya sea ‘en forma de leche líquida o a elaboración ulterior’ como producto lácteo. Además, la Norma de la FAO estipuló que “los alimentos se describirán o presentarán de forma que aseguren un correcto uso de los términos lecheros” con el fin de “proteger al consumidor contra posibles confusiones o interpretaciones erróneas”.