Nadie pondría en duda, hoy por hoy, que comer fruta y verdura es esencial para mantener una buena salud. Entre la amplia variedad de verduras que podemos encontrar en la dieta mediterránea, la lechuga es la verdura que más beneficios aporta en relación a su precio.
Lo ha defendido el catedrático de la Universidad de Almería en tecnología de los alimentos José Luis Guil en una mesa redonda organizada en la cátedra “Agricultura sostenible y alimentación saludable, mirando hacia el futuro” organizada por esta universidad de forma conjunta con la empresa Primaflor. “La lechuga es un alimento funcional con tantas propiedades que su precio debería ser más alto”, ha apuntado Guil. En este sentido, la lechuga contiene minerales como el potasio o el magnesio; vitaminas como la tiamina, la riboflavina y la vitamina B6 o antioxidantes.
Por su gran cantidad de fibra, esta verdura es muy útil para ayudar en el control de peso. Además, es hidratante y antiinflamatoria, regula el tránsito intestinal y tiene una acción antidiabética. En una sociedad con problemas importantes de obesidad, causados en parte por el consumo de alimentos ultraprocesados, esta verdura es una alternativa fresca y libre de toxinas. Teniendo en cuenta la relación entre el aparato digestivo y nuestro cerebro, según Jose Luis Guil, la lechuga podría convertirse en una suerte de antidepresivo natural.
En su intervención sobre una dieta saludable, el catedrático ha señalado que, el consumo de frutas, verduras y hortalizas puede contribuir a protegernos de enfermedades como el cáncer. En este sentido, el brécol o las coles protegen frente a enfermedades de corazón, la soja afecta hasta a 123 genes relacionados con el cáncer de próstata y la cúrcuma es un antiinflamatorio natural y ayuda a prevenir muchas enfermedades como el alzheimer.
En ese foro también participó el chef estrella Michelín Rodrigo de La calle, que lleva investigando e innovando desde el año 2000 con distintos productos con el objetivo de animar a incrementar el consumo de productos vegetales. Diferentes variedades de lechugas, dátiles, setas, algas o líquenes forman parte de unos menús en los que también ha experimentado con la clorofila dentro de la espirulina.