En 2024, el consumo mundial de vino se estima en 214 millones de hectolitros, lo que representa una disminución del 3,3% con respecto a 2023. De confirmarse, este dato representaría el nivel de consumo mundial más bajo desde 1961.
Así lo dio a conocer este martes la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), que reiteró la importancia de la cooperación multilateral y la adaptación a las condiciones cambiantes. La entidad publicó estadísticas sobre producción, consumo y comercio de todos los países productores y consumidores (más de 180) para crear una visión general del sector en el año calendario 2024.
En concreto, señaló que esta reducción del consumo se debe a “una confluencia de factores económicos y geopolíticos que generan inflación e incertidumbre, así como a un declive en los mercados maduros, condicionado por la evolución de las preferencias de estilo de vida, los cambios en los hábitos sociales y los cambios generacionales en el comportamiento del consumidor. Sin embargo, en 195 países, el vino nunca ha tenido un consumo tan amplio a nivel mundial. Cabe recordar que varios países que combinan un alto consumo general con poblaciones muy numerosas aún ofrecen un potencial de crecimiento significativo”.
En cuanto a la superficie mundial de viñedo, la OIV señaló que ha disminuido durante los últimos cuatro años. Una contracción del 0,6%, hasta los 7,1 millones de hectáreas en 2024, mostró un ritmo de disminución más lento. Esta tendencia a la baja se debe a la tala de viñedos en las principales regiones vitivinícolas, pero algunos países muestran una dinámica de expansión de sus viñedos, explicó.
Asimismo, se estima que la producción mundial de vino en 2024 será de 226 millones de hectolitros, la más baja en más de 60 años, un 5% menos que en 2023. Esto se debe principalmente a fenómenos meteorológicos impredecibles y extremos en los hemisferios norte y sur, provocados por el cambio climático.
Equilibrio entre producción y demanda
A pesar de las continuas disminuciones tanto en la producción como en el consumo, la OVI señala que se espera que el equilibrio del mercado mundial se mantenga en 2024, ya que es poco probable que la producción supere la demanda, continuando la tendencia observada con la escasa cosecha de 2023. “Dos años consecutivos de baja producción podrían contribuir a estabilizar el mercado, aunque es probable que los niveles de existencias se mantengan desiguales entre las regiones. El comercio internacional mantiene el volumen y el valor”, explicó.
El volumen de exportación se mantuvo estable en 99,8 millones de hectolitros. El valor de las exportaciones disminuyó ligeramente un 0,3%, hasta los 36 000 millones de euros, pero se mantiene en un precio medio de exportación históricamente alto de 3,60 euros/litro. La inflación y la baja oferta siguen manteniendo los precios altos en comparación con los años anteriores a la pandemia (casi un 30% por encima).
El director general de la OIV, John Barker, afirmó que todos estos impactos “representan un desafío para la adaptación del sector vitivinícola, pero que una adaptación exitosa brindará oportunidades. Trabajar juntos para desarrollar soluciones al cambio climático y convertir el vino en un referente de sostenibilidad; invertir en investigación sobre nuevos públicos para que podamos ver el vino desde su perspectiva; reforzar nuestro compromiso con el multilateralismo y el comercio global: estos son los elementos que impulsarán el progreso del sector vitivinícola”.