La Unión de Uniones ha asegurado que los agricultores y los ganaderos sólo perciben el 30% de lo que paga el consumidor por el alimento que se lleva a casa. En cambio, la distribución y la industria se reparten el 70% de lo que paga el consumidor.
Destaca la situación de los cítricos, donde productos como la naranja o la clementina no llegan a percibir el 20% en origen, lo que hace que muchos agricultores abandonen la actividad, aseguran desde la organización.
Además, junto al desequilibrio de fuerzas de la cadena alimentaria en perjuicio del eslabón más débil, el productor, existen cuestiones internacionales políticas que utilizan como moneda de cambio a la agricultura y la ganadería, como la imposición de los aranceles por parte de Estados Unidos como represalia por el caso de Airbus, el acuerdo UE – Mercosur o con Sudáfrica, Marruecos o Túnez.
En cuanto a la cifra de gasto en alimentación en el hogar a nivel estatal, la media per cápita se encuentra en 140 euros mensuales, un 11 % respecto al gasto total y un poco por debajo de la media europea (UE 28), que se sitúa alrededor del 18 %.
Unión de Uniones valora estos datos ya que considera que esto significa que nuestra agroalimentación, partiendo desde el campo, ha logrado ser un aporte valioso a la economía, con un 8 % del PIB, así como garantizar seguridad alimentaria, diversificar la cesta de la compra, cumplir con los más altos estándares ambientales y éticos, mientras se mantienen los precios al consumidor a un nivel asequible “y eso es, en buena medida, gracias al trabajo de los agricultores y ganaderos”.
En este sentido, destacan desde la organización, “podemos sentirnos unos privilegiados frente a los 820 millones de personas en el mundo que carecen de una alimentación básica”. La organización considera que proteger este modelo para los ciudadanos europeos “debería ser argumento más que suficiente para que nuestros políticos cuidasen un poco más nuestra agricultura y ganadería”.
No obstante, recuerda también que los dos primeros objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas para 2030 son acabar con la pobreza y con el hambre. “Además de la solidaridad y de la ayuda al desarrollo, la mayor contribución que puede hacer la Unión Europea es no fomentar con sus políticas la especulación con la alimentación y la explotación de las personas y de las tierras en ningún lugar del planeta”