Tras casi tres décadas de trayectoria vitivinícola buscando nuevas formas de expresar sus viñedos y su saber hacer, los Hermanos Hernáiz presentan ahora el proyecto más ambicioso y especial de la bodega hasta la fecha: Guardacumbres, destinado a convertirse en su vino más icónico.
Pero Guardacumbres no es solo un vino de alta gama, es un proyecto de recuperación de patrimonio vitivinícola de Rioja Alta que se ha ido gestando a lo largo de casi una década. Un viñedo viejo, salvaje y espectacular, que estaba a punto de desaparecer hasta que los hermanos Eduardo y Víctor Hernáiz, junto a su amigo y amante del vino Raúl Grijalba, decidieron rescatarlo, recuperando un viñedo emblemático y poniéndolo en valor haciendo con él un gran vino. Tras años de trabajo buscando el mejor sistema de elaboración, Guardacumbres ve por fin la luz como una joya de concepción artesanal, enraizada en la personalidad y excepcionalidad de esta pequeña parcela que se ha mantenido fuera de la agricultura moderna.
Guardacumbres nace de un viñedo tan único como sorprendente, en un paraje de auténtica belleza entre montañas. En el Valle del Oja – Tirón, abrigado por la Sierra de Cantabria al norte y la Sierra de la Demanda al sur y a una altitud de 600 metros, sus cepas crecen libremente entre árboles frutales: higueras, membrillos, olivos, almendros y avellanos; y se intercalan aleatoriamente también las distintas variedades de uvas: Tempranillo, Garnacha, Graciano, Calagraño y Viura, como era habitual encontrar antiguamente en los viñedos de la región. El terroir es rico en arcillas calizas y muy poco profundo, con la roca madre asomando en superficie. Restos de rocas se acumulan a lo largo de la finca formando cantarrales, que sirven de refugio natural para la fauna autóctona de este viñedo. Una parcela que, además, se gestiona enteramente con prácticas de viticultura sostenible y regenerativa.
Guardacumbres tinto y Guardacumbres blanco son vinos que muestran la máxima expresión del carácter e identidad del viñedo y del terruño. Si hablamos de Guardacumbres 2022 el resultado es un tinto goloso en boca y muy apetecible, gracias a su tanino dulce y suave. Destaca por su finura, es terso, ligero y aromático, de máxima expresión frutal y para disfrutar de inmediato, ya que no necesita tiempo ni vejez para mostrar su máximo esplendor. Su aroma, debido a la mezcolanza de variedades, es acaramelado con toques de frutas rojas silvestres.
Guardacumbres blanco 2023 es elegante y profundo, un vino que ejemplifica a la perfección el potencial de un viñedo viejo en una zona fresca. Un blanco fresco y complejo, con notas de cáscaras de cítricos, como el limón y el pomelo, sobre un fondo balsámico y con recuerdos a vainilla y panadería, fruto de la crianza sobe lías. El retrogusto se presenta largo y con recuerdos anisados, de hinojo y miel.









