A pesar de la fuerte competencia de las nuevas modalidades de pago, el uso de las tarjetas de crédito y débito sigue creciendo en España. De hecho, el pasado año se realizaron compras por un total de 147.431 millones de euros en punto de venta pagadas con tarjetas, un máximo histórico que se va batiendo cada año desde 2013.
Así lo revela un estudio elaborado por la consultora AIS Group, que analiza la evolución de la red de tarjetas desde 2014, que recoge que en 2018, el número de tarjetas que conforman la red de medios de pago en España ascendió a 83,7 millones, de ellas, 36,6 millones son tarjetas de crédito y unos 47 millones son de débito. De media los españoles tienen 2,2 tarjetas per cápita.
Desde 2014, el total de tarjetas ha aumentado en 16 millones de unidades, lo que supone un crecimiento del 24%. Pero no sólo ha aumentado el número de tarjetas, también la cantidad de operaciones. En este periodo de tiempo se ha pasado de realizar 2.500 millones de operaciones por este medio a 3.900 millones, un 56% más.
«Si bien se desaceleró en algunos años, el total de operaciones no pasó nunca a tasas de crecimiento negativas, ni siquiera durante la crisis», comenta José Manuel Aguirre, economista y director comercial de AIS Group, que añade que «hoy destaca que su ritmo de crecimiento está en tasas de dos dígitos».
Alerta por el crédito al consumo
A este respecto, la empresa de consultoría estratégica, financiera y tecnológica señala que “ante el repunte del crédito al consumo (incluido el de las operaciones con tarjeta) y dada la preocupación del Banco de España porque este crecimiento no se transforme en un aumento de la morosidad y en un deterioro de la cartera de las entidades que pueda poner en riesgo la economía, conviene que la banca tome medidas preventivas en la gestión de su riesgo en general, pero en el derivado de las tarjetas de crédito en particular”.
Para combatir los riesgos principales derivados de uso masivo de las tarjetas de crédito, según AIS Group hay que atender tres frentes principales «y en los tres, la implementación de técnicas de inteligencia artificial (IA) como el machine learning tiene mucho que aportar», afirma Pere-Joan Ventura, director del área de modelos de riesgo de crédito de AIS Group.
Así, primero conviene controlar las tarjetas ya emitidas; el segundo frente es la concesión de nuevas tarjetas y como tercer y último frente está la detección del fraude. Aquí es donde la inteligencia artificial marca la gran diferencia. Las actitudes fraudulentas son muy variadas y utilizan nuevos métodos constantemente. «La IA posibilita el análisis a tiempo real de la operativa, evaluando si las operaciones están siendo capciosas y aprende automáticamente de los comportamientos que observa, siendo capaz de detectar el fraude con un acreditado grado de eficacia», destaca Ventura.