Los primeros días de recolección de almendra han revelado descensos alarmantes de hasta el 50% en comparación con las previsiones iniciales de cosecha. La sequía implacable ha dejado su huella en los almendros, resultando en rendimientos y calibres por debajo de las expectativas, incluso en explotaciones regadas.
La Mesa Estatal de Frutos Secos anticipó en junio una cosecha de 120.633 toneladas de almendra grano para la presente campaña, un estimado que superaba en un 49% la media de los últimos tres años. Sin embargo, esta esperanza se ha visto empañada por la realidad en el terreno, donde los efectos de la sequía y otros fenómenos climáticos adversos han dejado una cosecha considerablemente mermada.
Los primeros indicios de la recolección han revelado una realidad preocupante. Los rendimientos por árbol son notablemente bajos o incluso extremadamente bajos. Esta pérdida en la producción no solo impacta directamente en los productores, sino que también desencadena problemas de calibre en las almendras, lo que añade otra capa de dificultad a la situación.
La consecuencia más evidente de esta crisis es una rentabilidad por hectárea amenazada. Los productores se enfrentan al desafío de equilibrar sus gastos con los ingresos resultantes de una cosecha significativamente más pequeña. Los precios en origen, en niveles mínimos, no hacen más que agravar esta preocupación, según informa COAG.
La Mesa Estatal de Frutos Secos ya había advertido sobre la incertidumbre en torno a la cosecha debido a los múltiples episodios climáticos adversos y, sobre todo, a la prolongada sequía que ha afectado a las principales zonas productoras.
En vista de este panorama, COAG considera insuficiente el Real Decreto de medidas para mitigar los efectos de la sequía en el sector agrario, implementado por el Ministerio de Agricultura. La organización urge a las Comunidades Autónomas a tomar medidas más contundentes, ampliando las ayudas en las regiones más afectadas, como permite el mencionado Real Decreto.
Además, COAG subraya la necesidad de repensar las políticas de protección de las producciones agrícolas, como es el caso del seguro agrario. En este contexto de crisis climática, que golpea de manera particular a las producciones de secano, como los frutos de cáscara, se requieren soluciones más robustas y adaptadas a los desafíos actuales. La llamada es a la acción inmediata para salvaguardar un pilar esencial de la industria agrícola y asegurar la estabilidad de los productores en tiempos inciertos.