El contexto social y económico, producido por el Covid-19, está cambiando los hábitos de consumo y, por ende, al consumidor, que en el futuro adoptará nuevos hábitos y preocupaciones, entre ellos su apuesta por la compra en tiendas locales y una mayor importancia a la higiene.
Así lo asegura Ariston, que ha analizado el comportamiento del consumidor en estos meses de situación del estado de alarma y revela cómo ve al consumidor del futuro. Además, añade que la situación de aislamiento vivida también ha provocado que ahora se otorgue una mayor importancia a las relaciones sociales y al bienestar propio.
Todo esto, unido a la instauración del teletrabajo como medida de prevención en este escenario, ha provocado que la digitalización se acelere y estemos yendo hacia un consumidor más digital y que los suministros propios de los hogares empiecen a ocupar su papel de relevancia en las vidas de los ciudadanos. A ello le unimos el auge del ecommerce en todas sus vertientes, pero, especialmente de los supermercados y pequeños comercios, así como el incremento de los pagos con tarjeta.
En este sentido, se ha producido un incremento en las compras online en aquellos establecimientos que han permanecido cerrados e, incluso aquellos que no disponían de tienda online, han logrado en tiempo récord ponerla en marcha para intentar minimizar, en la medida de lo posible, las pérdidas ocasionadas por el cierre de los negocios físicos.
De este modo, ahorrar, cuidarse, adaptar el hogar a las necesidades actuales y mantener las medidas de higiene y distanciamiento social, serán las características básicas del nuevo consumidor.
Apoyo al comercio de proximidad
El comercio de proximidad tiene una gran importancia desde el punto de vista, urbano, social, económico y creador de empleo. Además, el comercio cercano presenta ciertas ventajas frente a otros formatos comerciales como la reinversión de las ganancias en el entorno más próximo o la generación de ciclos de distribución más cortos, lo que supone un menor impacto ambiental y, por lo tanto, un modelo de consumo más sostenible, algo que el consumidor demanda en estos momentos en los que vivimos.
En lo referente al futuro consumidor, este tratará de hacer compras en persona en pequeños comercios. Tiendas de barrio, ultramarinos y comercios serán, por encima de las grandes superficies, los lugares donde se llevarán a cabo las adquisiciones y no solo de alimentos, sino también de electrodomésticos y productos de primera necesidad. La pandemia ha cambiado al consumidor en este sentido pues siente que realizando las compras en su barrio ayuda no sólo a la economía local sino también al que más lo necesita.
Por otro lado, la higiene se ha convertido en un valor esencial para el consumidor. Se ha revelado la necesidad de contar con las mejores condiciones higiénicas, tanto a nivel personal como en los espacios públicos para luchar contra el coronavirus. Así, la higiene será una pieza clave en la mente del consumidor, incluso una vez acabada la pandemia.
Estas serán las consecuencias: exigencia de mayores medidas de higiene y prevención en los espacios públicos; incremento de las ventas de productos de limpieza e higiene del hogar; aumento del pago sin contacto; realización de gestiones a distancia: banca online, telemedicina, ecommerce, ocio online, etc; menor uso del transporte público y preferencia del coche propio; aumento del teletrabajo; viajes nacionales y segundas residencias; y digitalización acelerada y conectividad para alcanzar una mayor eficiencia.
La crisis del coronavirus también disparará la transformación digital en curso. En lo relativo al consumidor esto se reflejará en varios aspectos: mayor uso de comparadores para buscar la mejor oferta en servicios de primera necesidad; aumento de compras online en alimentación y ocio; videoconferencias para el contacto personal y profesional; hogares conectados; y búsqueda del ahorro en el consumo del hogar.
Compra programada
El confinamiento ha hecho que el segmento de la población que menos compraba por internet, los mayores de 55-60 años, ahora es el que más ha necesitado hacerlo, sobre todo los mayores de 70 años, que son los más vulnerables a la enfermedad y los que, por tanto, más confinados deben estar y sin ayuda física de sus familiares.
Pero, pasada la incertidumbre, ¿los consumidores volverán a su rutina o serán fieles a estos nuevos hábitos? Posiblemente este consumidor sénior continuará comprando por internet porque ha perdido el miedo a hacerlo; las personas mayores han superado la inseguridad y la desconfianza que el comercio electrónico les generaba y han podido comprobar la comodidad que representa.