El llamado consumo consciente es una tendencia global imparable. El número de consumidores que consideran su forma de comprar como una herramienta potente para cambiar el mundo y que ejercen este poder eligiendo las opciones más responsables social, económica y medioambientalmente, no para de crecer.
De hecho, según el estudio “Otro consumo para un futuro mejor”, realizado por la OCU en colaboración con el Foro Nesi de Nueva Economía e Innovación social, el 73% de los consumidores españoles ya toma decisiones de consumo por motivos éticos y de sostenibilidad. Los mismos que motivan la producción de carne de Interovic, según ha defendido la interprofesional en una jornada de innovación celebrada en Madrid.
La carne de pastoreo, con más de 3.000 años de tradición, ha demostrado a lo largo de la historia que consumir carne de lechal, cordero y cabrito es sostenible, además de saludable y sabroso. Gracias a su forma de producción natural, se trata de una buena opción para aquellos que buscan un producto sabroso que contribuye a preservar el medio ambiente para las generaciones futuras. De hecho, la carne de cordero se posiciona con diferencia como la carne más asociada a la sostenibilidad, según diversos sondeos elaborados por Interovic.
A lo largo de la mesa redonda celebrada en Madrid, se han desgranado los diferentes argumentos por los que la moda y las carnes de ovino y caprino pueden ser considerados casos de éxito en el ámbito de la sostenibilidad: La presencia de rebaños es determinante para la conservación de casi el 70% de los hábitats de interés natural en España. Gracias a la actividad trashumante, los ganados de ovejas y cabras se mueven por territorios desfavorecidos, colaborando así en la prevención de incendios y contribuyendo a la conservación de paisajes y su ecosistema. Con la rotación de los ganados, se produce la dispersión de las semillas a través de los territorios, lo que permite la polinización de las flores y el intercambio genético de especies, evitando con ello la endogamia de los paisajes.
Además, la ganadería ovina y caprina hace un uso respetuoso de los recursos naturales, que se devuelven al entorno de forma orgánica gracias a los métodos de cría tradicionales. En su recorrido por los pastos, las ovejas y cabras aportan unos beneficios únicos a los territorios, dejando a su paso un sinfín de rutas con suelo fértil, agua limpia y aire puro.
El sector proporciona empleo a medio millón de personas, entre las que se está produciendo un importante relevo generacional, y la actividad contribuye de manera muy relevante a la fijación de la población rural.