El consumo podría llegar a elevase un 7,1% en 2021 en un escenario central, según el Informe de Proyecciones del Banco de España publicado este lunes, que señala que, en el promedio de 2022, la tasa sería todavía elevada (5,7%), debido al efecto arrastre positivo que se deriva de los fuertes crecimientos esperados entre el segundo y el cuarto trimestre de este año. Asimismo, el consumo alcanzaría su nivel previo a la pandemia a principios de 2023.
En concreto, el Banco de España recuerda que el consumo privado descendió en el primer trimestre de 2021, al acusar el endurecimiento de las medidas para contener la pandemia en el arranque del año. Sin embargo, ya en el trimestre actual “ha podido observarse un fortalecimiento de este agregado, de acuerdo con los indicadores disponibles”.
Este mayor dinamismo parece verse refrendado por la menor acumulación de depósitos bancarios de los hogares y por el ligero incremento del crédito destinado a la financiación del consumo. De este modo, a medida que avance el proceso de vacunación, cabe esperar una relajación de las restricciones que, incluso tras el alivio observado en el segundo trimestre, todavía pesan sobre algunas actividades, lo que permitirá que se prolongue el comportamiento expansivo del consumo, explica el informe.
Asimismo, el informe destaca que la robustez del consumo se verá también favorecida por la recuperación progresiva del mercado de trabajo y, como resultado, de las rentas de los hogares, en las que ganarán peso los ingresos laborales frente a las ayudas públicas. Adicionalmente, la disminución paulatina de la incertidumbre sobre la situación sanitaria y económica favorecería una reducción del componente precautorio del ahorro, y proporcionaría un impulso adicional al gasto de las familias.
Respecto al ahorro de las familias, el Banco de España cree que, a lo largo del horizonte de proyección, el levantamiento de las medidas impuestas hasta ahora para el control de la enfermedad hará que desaparezca por completo el componente forzoso del ahorro, al tiempo que la reducción de la incertidumbre debería conducir a una disminución de su componente voluntario.
De este modo, en el escenario central, se supone que la tasa de ahorro experimentará una reducción continuada en los próximos años, aunque todavía se situaría, en el promedio de 2023, algo por encima de su nivel previo a la crisis. Ello implica que no se reduciría el elevado volumen de ahorro acumulado desde el inicio de la pandemia.
Este supuesto se justifica por diversas razones. En primer lugar, los hogares que han ahorrado han sido fundamentalmente los de rentas más altas, cuya propensión al consumo es más reducida. En segundo lugar, el gasto que se dejó de realizar en su momento no es fácilmente recuperable, pues se trata sobre todo de consumo de servicios (tales como, por ejemplo, hostelería) que no es fácil posponer (a diferencia del caso de los bienes duraderos). Finalmente, los hogares podrían decidir restringir voluntariamente sus niveles de gasto en anticipación de que el elevado volumen de deuda pública acumulado con la crisis conduzca a un aumento de impuestos en el futuro.
Así, el Banco de España asegura que, en el escenario favorable, se realiza el supuesto de que los hogares recurrirán a utilizar una parte de ese ahorro acumulado durante la crisis en forma de activos líquidos para aumentar su consumo. Como contrapartida, la reducción de la tasa de ahorro del sector sería más pronunciada que en el escenario central, situándose desde 2022 por debajo de los niveles previos a la crisis.
Por el contrario, en el escenario adverso, el comportamiento más cauto de los hogares haría que la recuperación del consumo fuera algo más lenta, de modo que la tasa de ahorro permanecería por encima del nivel previo a la pandemia durante todo el horizonte de proyección.