A falta de datos definitivos, las previsiones indican que a lo largo del año pasado se produjo una caída del consumo del pan próxima al 8%. Pero este descenso no tiene lugar en el 74% de los hogares con hijos de hasta 18 años, donde se consume al menos una barra de pan al día.
Es lo que indica el estudio Análisis del consumo de pan en el target infantil elaborado por el Instituto de Investigaciones de Mercado y Marketing Estratégico Ikerfel para Incerhpan, la Organización Interprofesional de Cereales Panificables y Derivados de España. Precisamente, este estrato de la población española parece sostener el consumo de pan.
El 83% de los encuestados asegura haber aumentado el nivel de ingesta frente a 2020. De hecho, dicho escenario se repite más en los hogares con hijos de seis a 12 años, los cuales incrementaron un 10% la cantidad consumida con relación al año anterior. Esto se debe, según se explica en el citado estudio, a que a los niños les gusta el sabor del pan y los padres lo consideran un alimento sano.
“En los niños que tienen una gran actividad física, la cual implica un gasto elevado de energía, el pan ayuda a cubrir la mayor necesidad de ingesta de hidratos de carbono. En estos casos, un bocadillo, acompañado de una fruta o de un lácteo, puede suponer una excelente opción”, declara Beatriz Navia, doctora en Farmacia y profesora del departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid.
No obstante, en el resto de los casos, el consumo de cereales y sus derivados, grupo donde se integra el pan, suele contar con una frecuencia inferior a la recomendada por los expertos. “No ingerir una cantidad de pan suficiente podría conducir a desequilibrios importantes en la dieta, aumentando la cantidad de energía procedente de las grasas y proteínas”, subraya Navia.
Incluso la Guía de la Alimentación Saludable de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) aconseja consumir arroz, al igual que pasta, entre dos y tres veces a la semana, además de acompañar con pan todas o prácticamente todas las comidas realizadas a lo largo del día.
El estudio también afirma que siete de cada 10 padres en España confían en este alimento para que sus hijos ingieran la cantidad de cereales recomendada. En concreto, el 72% de los consultados considera que forma parte de la dieta de sus hijos y no se debe eliminar su consumo. Mientras, el 27% cree que engorda y, por este motivo, valoran reducir su ingesta.
La Pirámide de la Alimentación Saludable en España establece un consumo de entre cuatro y seis raciones al día de cereales y sus derivados (pan, arroz, pasta, cereales de desayuno y otros cereales) y patatas, ajustando la cantidad consumida en función del grado de actividad física, que deberá ser mayor si la actividad es elevada (seis raciones por día) y menor en los casos de actividad baja (cuatro raciones diarias).
En cuanto al tipo de variedad de pan preferida por los niños, el 51% opta por las opciones más versátiles, como el pan rústico (33%) y la chapata (18%). A estos le siguen, por orden de preferencia entre los más pequeños, otras variedades tradicionales como pan gallego (12%), mollete (12%), candeal (12%) y payés (9%).