Las previsiones sobre el futuro del retail nos han dejado dos palabras que repetimos como un mantra: ecommerce y digitalización. Ambos son y serán protagonistas, pero no bastarán para abordar los retos de este nuevo paradigma. Si bien es verdad que los efectos de la pandemia han acelerado su crecimiento, no es correcto adjudicar a la COVID-19 todo el impulso del ecommerce y el run hacia la digitalización.
La realidad actual nos muestra que la capacidad de compra del consumidor ha ido decreciendo durante los últimos 25 años, y que la pandemia sólo ha añadido aún más inseguridad a los grupos sociales menos favorecidos, como los jóvenes. Esto se traduce en un viaje a un pasado no muy lejano, en el cual varias generaciones conviven bajo un mismo techo. ¿Qué consecuencias traerá para el sector de la alimentación este reagrupamiento familiar? A menos que se produzcan importantes ajustes en el modelo económico, la adecuación del surtido y de sus formatos tendrá un gran protagonismo en el futuro de este sector. A lo anterior, se han sumado los efectos de una transformación tecnológica equiparable a la Revolución Industrial del siglo XVIII. Por ello, tendremos que hacer bastante más que digitalizarnos y dotarnos de potentes plataformas para el ecommerce si queremos alcanzar el éxito.
Motivado por la creciente urbanización de las sociedades modernas, así como por la reticencia del consumidor a recorrer largos trayectos para hacer la compra, el retail de alimentos se ha visto obligado a adecuar su red de ventas, incrementando sus costes de explotación y complicando la logística. Atender al consumidor urbano en puntos de venta presenciales se ha encarecido, mientras que la capacidad de compra ha ido disminuyendo.
La digitalización y el ecommerce son los arquitectos de la cadena de suministro, pero no podemos perder de vista que necesitamos ajustar los surtidos y los formatos de nuestros productos a las capacidades de compra de este nuevo perfil de consumidor. Hoy somos testigos de cómo se empiezan a reducir las superficies de venta presencial, para ser sustituidas por unidades de distribución con un alto grado de automatización: las Dark Stores. Disponer de almacenes automatizados, ubicados en zonas estratégicas, es un factor esencial. Las líneas de cajas de la tienda han desaparecido y vemos cómo estos espacios se ocupan con palés de leche y agua. No hay aparadores con productos gancho, ni cartelería anunciando ofertas. Las Dark Stores están diseñadas para facilitar que los pedidos se completen con la máxima rapidez y eficiencia. El contacto con el cliente se hace a través de las plataformas digitales y es allí donde se anuncian las ofertas y se realizan las transacciones.
Más allá de estas “oscuras” tendencias, en SSI Schaefer estamos convencidos de que la actual situación representa una gran oportunidad, y creemos firmemente que aquellos actores del sector que inviertan en automatización serán los vencedores en la carrera hacia esta nueva realidad.
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