Frente a un sistema que desecha toneladas de frutas perfectamente comestibles por no ajustarse a los estándares visuales del mercado, surge una propuesta que aúna sostenibilidad, innovación y producto local. Se llama Clarica, y es una cerveza Blonde Ale elaborada con limones descartados por su aspecto, pero no por su calidad. Una iniciativa con origen en la Región de Murcia que busca transformar el problema del desperdicio alimentario en una oportunidad de valor.
Impulsada por la cooperativa Limonar de Santomera, en colaboración con la cervecera artesanal Yakka, Clarica es el resultado de un proyecto que da voz –y sabor– a aquellos cítricos marginados por no ser “perfectos”. Limones con cicatrices, formas irregulares o calibre no comercial, que no encuentran salida en el canal de fresco pero mantienen intactas sus propiedades organolépticas.
En España, solo durante la campaña 2023/2024 se descartaron cerca de 400.000 toneladas de limón por motivos estéticos o de excedente. Una cifra que ilustra la magnitud del desperdicio alimentario en origen y que afecta directamente a agricultores y al medioambiente. En este contexto, Clarica no solo se presenta como un producto, sino como un mensaje claro contra un modelo ineficiente y desaprovechado.
“La sostenibilidad no es solo una palabra en un informe, sino una actitud constante”, señala Antonio José Moreno García, director general de Limonar de Santomera. “Hay limones con pequeñas cicatrices que merecen una segunda vida. Y desde Limonar no estamos dispuestos a desperdiciar ni un solo limón más”.
Elaborada íntegramente en la Región de Murcia, Clarica es una Blonde Ale de 4,6% de graduación, clara y brillante, con espuma blanca moderada y un perfil fresco y cítrico que reivindica el sabor de la huerta. Su receta incluye malta de cebada, limones de Santomera, lúpulo y levadura, dando como resultado una cerveza equilibrada, ligera y fácil de beber, especialmente pensada para los meses de verano.
Desde Yakka, la cervecera responsable del desarrollo y producción, destacan que Clarica no es una cerveza con sabor a limón, como las que abundan en el mercado, sino una cerveza elaborada con limón como ingrediente principal, aportando una personalidad diferenciada y un fuerte arraigo al territorio.
Más allá de su comercialización, el proyecto busca visibilizar el problema del desperdicio estructural en la cadena agroalimentaria, así como abrir camino a nuevas soluciones desde la transformación, el cooperativismo y el consumo consciente. En palabras de sus impulsores, la cerveza simboliza un cambio de paradigma: convertir lo descartado en deseado, lo invisible en protagonista. Una forma tangible de conectar sostenibilidad con disfrute, producto local con valor añadido, y calidad con conciencia.
Para el canal de distribución, iniciativas como Clarica representan una oportunidad de generar valor desde la sostenibilidad, captando al consumidor sensible a las causas medioambientales sin renunciar al placer ni a la innovación. Un segmento cada vez más relevante en un mercado que demanda no solo productos, sino también propuestas con propósito.