Una encuesta realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios revela que la mayoría de los consumidores están dispuestos a comer de manera más sostenible, aunque son reticentes a pagar más por productos más sostenibles
En el trabajo, realizado entre octubre y noviembre de 2019 junto a otras organizaciones miembros de BEUC, la Organización Europea de Asociaciones de Consumidores, se ha llevado a cabo una encuesta en 11 países para investigar los hábitos de consumo de los ciudadanos respecto a la alimentación sostenible. Los resultados en España están en línea con los resultados a nivel europeo.
El resultado principal es que la mayoría de los consumidores en España están dispuestos a cambiar sus hábitos alimenticios. Sin embargo, para hacerlo necesitan que la elección de alimentos sostenibles sea más fácil (incluyendo la mejora del etiquetado, precios asequibles, información mejorada y una mayor oferta).
Así, la encuesta muestra que los consumidores ya se inclinaban antes de la crisis sanitaria del coronavirus por elegir opciones más sostenibles. “Es difícil predecir si las tendencias como la cocina casera o la mayor demanda de alimentos locales durarán, pero los encargados de formular políticas, deberían de tenerlo en cuenta para que se pueda contribuir a un sistema alimentario más fuerte y sostenible”, destaca la OCU.
En líneas generales, de la encuesta se deduce que los consumidores tienden a subestimar el impacto ambiental de sus propios hábitos alimenticios, aunque existe cierta conciencia sobre el impacto de los hábitos alimentarios en general. En concreto, el 61% no cree que sus hábitos alimentarios tengan un impacto negativo en el medio ambiente y el 26% no lo tiene claro.
En general, los consumidores piensan principalmente en «sostenible» como sinónimo de bajo impacto ambiental, evita el uso de pesticidas y transgénicos y con cadenas de suministros locales. Así, más de la mitad de los consumidores dicen que la preocupación por la sostenibilidad tiene cierta influencia (47%) o mucha (24%) en sus hábitos alimenticios. El precio, la falta de información, la dificultad para identificar opciones de alimentos más sostenibles debido al etiquetado y su disponibilidad limitada son las principales barreras percibidas para una alimentación sostenible.
Cambio de hábitos
Dos tercios de los consumidores están abiertos a cambiar sus hábitos alimentarios por razones ambientales, y muchos desean desperdiciar menos alimentos en el hogar, comprar más frutas y verduras de temporada y comer más alimentos a base de plantas. Sin embargo, reducir el consumo de lácteos o gastar más dinero en alimentos producidos de manera sostenible es un desafío mayor para los consumidores.
Así, más de la mitad de los consumidores (62%) está dispuesto a comprar principalmente frutas y verduras de temporada. La disposición a desperdiciar menos alimentos en el hogar también está muy extendida (67%).
Solo uno de cada cinco consumidores dice que está dispuesto a gastar más dinero en alimentos sostenibles, aunque la disposición a gastar más dinero en alimentos para que los agricultores puedan obtener ingresos más justos por su trabajo ligeramente es algo superior (32%).
Reducir la ingesta de los productos lácteos parece ser un desafío aún mayor para los consumidores. Hasta el 55% de los encuestados declaran que no están dispuestos a reducir los productos lácteos (solo el 20% está dispuesto a hacerlo).
En cuanto al consumo de carne, más del 42% de los consumidores manifiestan que han dejado de comer o que han reducido la carne roja por motivos ambientales. Sin embargo, con los niveles de consumo de carne roja de la UE aún muy por encima de la ingesta recomendada para una buena salud humana y del planeta, será necesario hacer más esfuerzos para fomentar un cambio de comportamiento, especialmente entre aquellos consumidores (29%) que actualmente no están dispuestos a comer menos carne roja.
Respecto a las alternativas a la carne roja, los consumidores muestran poco apetito por los insectos; es más probable que los consumidores consideren las «hamburguesas» a base de plantas (si están hechas sin OGM) en un 43% y los alimentos vegetarianos tradicionales (por ejemplo, legumbres) como fuentes alternativas de proteínas en un 64%.
Regulación y el papel del Gobierno
Más de un tercio de los consumidores (43%) apoyaría las regulaciones para obligar a los agricultores y productores de alimentos a cumplir con estándares de sostenibilidad más estrictos. La mitad (49%) estaría de acuerdo en que los agricultores deberían recibir incentivos (por ejemplo, a través de subsidios) para producir alimentos de manera más sostenible.
La mayoría de los consumidores (61%) quiere que la información de sostenibilidad sea obligatoria en las etiquetas de los alimentos. Como era de esperar, gravar los alimentos que son menos sostenibles no es muy popular entre los consumidores (uo de cada cinco está de acuerdo en que los alimentos que son menos sostenibles deberían pagar más impuestos).
Los consumidores esperan que su Gobierno asuma un papel de liderazgo en la promoción de la producción y el consumo sostenibles de alimentos. Solo el 13% de los consumidores españoles considera que el Gobierno está haciendo lo suficiente para fomentar la sostenibilidad de los alimentos en los niveles de producción y consumo.
A modo de conclusión, la OCU señala que “son necesarias acciones en varios niveles (quienes tienen la responsabilidad de establecer marcos legales, productores de alimentos, minoristas, etc.) para cambiar el entorno alimentario de una manera que facilite a los consumidores adoptar dietas saludables y sostenibles”.