La demanda de productos agrícolas crecerá un 15% a nivel mundial en los próximos 10 años, mientras se espera que la productividad agrícola aumente ligeramente más, lo que hará que los precios ajustados a la inflación de los principales productos agrícolas se mantengan en los niveles actuales o por debajo de ellos.
Así, según el informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mejoras de los rendimientos y una mayor intensidad de producción, -impulsadas por la innovación tecnológica-, darán como resultado una mayor producción, aun cuando el uso de las tierras agrícolas a nivel mundial permanezca en general constante.
Mientras tanto, se espera que las emisiones directas de gases de efecto invernadero de la agricultura crezcan alrededor de un 0,5% anual durante la próxima década, por debajo de la tasa del 0,7% de los últimos 10 años y también menos que el ritmo de crecimiento de producción previsto, lo que apunta a una disminución de la intensidad de carbono.
“La agricultura mundial se ha convertido en un sector muy diversificado, con actividades que van desde pequeñas explotaciones de subsistencia hasta grandes compañías multinacionales”, afirman el director general de la FAO, José Graziano da Silva, y el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría. Además de proporcionar alimentos, añaden, los agricultores de hoy “son importantes custodios del entorno natural y se han convertido en productores de energía renovable”.
No obstante, el informe también recoge las incertidumbres que están surgiendo y que se suman a las amenazas habituales que se ciernen sobre la agricultura. Entre ellas figuran las perturbaciones por las tensiones comerciales, la propagación de enfermedades de cultivos y animales, la creciente resistencia a los antimicrobianos, las respuestas normativas a las nuevas técnicas de fitomejoramiento y los fenómenos climáticos cada vez más extremos. También preocupa la evolución de las preferencias alimentarias por cuestiones de salud y sostenibilidad y las respuestas de las políticas frente al alarmante incremento de la obesidad a nivel mundial.
En todo el mundo, se prevé que el uso de cereales para la alimentación aumente en unos 150 millones de toneladas durante el período de la previsión -lo que supone un incremento del 13%-, sobre todo gracias al arroz y el trigo. El principal motivo del alza proyectado en el uso de alimentos básicos es el crecimiento demográfico, que se espera más rápido en el África subsahariana y Asia meridional.
“Lamentablemente, se prevé que las regiones más necesitadas experimenten un lento crecimiento de sus ingresos y, por lo tanto, sólo pequeñas mejoras en su estado nutricional”, advirtió el subdirector general de la FAO para Desarrollo Económico y Social, Máximo Torero. “Las conclusiones –añadió- apuntan a una disminución general de la subalimentación; sin embargo, con las tasas actuales de mejora, seguiríamos estando muy lejos de alcanzar el objetivo del Hambre Cero para 2030”.
“Las perspectivas dejan meridianamente claro que el comercio es fundamental para la seguridad alimentaria mundial”, señaló por su parte el director de Comercio y Agricultura de la OCDE, Ken Ash. “Las regiones que están experimentando un rápido crecimiento demográfico –explicó- no son necesariamente aquellas en las que la producción de alimentos puede aumentar de forma sostenible, por eso es esencial que todos los gobiernos apoyen unos mercados agroalimentarios abiertos, transparentes y predecibles”.
El informe predice un aumento de los niveles de consumo de azúcar y aceites vegetales, lo que refleja la tendencia actual hacia alimentos preparados y más procesados, sobre todo en muchos países de ingresos bajos y medianos que se están urbanizando rápidamente. Mientras tanto, es probable que la preocupación por la salud y el bienestar impulse a muchos países de ingresos más altos hacia un menor consumo de carnes rojas y un cambio de los aceites vegetales a la mantequilla.
El comercio de productos básicos agrícolas y pesqueros debería aumentar en el próximo decenio en torno al 1,3% anual, de forma más lenta que en los últimos 10 años (3,3% de media), ya que se espera que el crecimiento de la demanda mundial de importaciones se ralentice. En cuanto a las exportaciones, se prevé que América Latina y Europa aumenten sus ventas a mercados extranjeros.