La percepción por los consumidores de la situación económica del país ha sido en febrero la más negativa desde que comenzó la crisis ya que el 80% la considera mala o muy mala. Como consecuencia, el índice de Comportamiento del Consumidor de Millward Brown desciende a niveles como los registrados en 2008 y el primer trimestre de 2009.
Los acontecimientos económicos y los anuncios de medidas en el último mes han impactado en el ánimo de los consumidores. En la fase peor de la crisis, España estaba acompañada por el conjunto de los países y podía esperarse que la salida se produjera más o menos al unísono. Ahora, la realidad muestra que España se está descolgando y las debilidades de su economía se tornan amenazantes, explican desde Millward Brown.
Este hecho agudizará los comportamientos que se vienen dibujando durante la crisis: extremada racionalidad en el gasto, contención de gastos superfluos, valoración de los bienes por su valor de uso, recelo ante las marcas si no aportan valores añadidos tangibles o apreciables y racionalización de los gastos de los hogares.
La racionalización del gasto que se va a producir en los próximos meses se traducirá en una fragmentación cada vez mayor de los consumidores: en las cosas que consideran relevantes, buscarán aquello que les produzca un sentimiento de autorrealización, mientras que se inclinarán por marcas y productos que cumplan los requisitos mínimos de calidad en todo aquello que no les aporte un valor relevante.
Así, los individuos comprarán para satisfacer sus necesidades personales más relevantes una serie de marcas que les aporten gran valor, mientras que para las necesidades más sencillas se utilizarán marcas que cubran los mínimos básicos. Las marcas intermedias que apenas aporten valores añadidos quedan en una complicada tierra de nadie, explican desde la compañía.