En 2018, Reino Unido introducirá una tasa a las bebidas azucaradas con el objetivo de abordar una creciente crisis de obesidad. Este canon, que se impondrá a las empresas basándose en el contenido de azúcar en las bebidas, recaudará unos 500 millones de libras anuales.
De este modo, Reino Unido se suma a Francia, Bélgica, Hungría y México que han puesto algún tipo de impuesto a las bebidas con azúcares añadidos, mientras que los países escandinavos han introducido gravámenes similares, con distintos grados de éxito, desde hace años.
En España, la asociación de bebidas refrescantes (Anfabra) muestra su “desacuerdo con la adopción de medidas impositivas discriminatorias y arbitrarias sobre una categoría, como es la de bebidas refrescantes, que está entre los alimentos y bebidas que más han reducido su contenido en azúcar en los últimos años”.
En España, entre 2009 y 2014, el azúcar por 100 mililitros del conjunto de bebidas refrescantes puesto en el mercado español se ha reducido en un 19%. Además, la cuarta parte de los refrescos son sin azúcar y sin calorías.
Por otra parte, desde Anfabra se indica que “el sector lleva años comprometido con la innovación y la promoción de productos sin calorías y bajos en calorías. Igualmente con la información nutricional, el etiquetado claro y la promoción de hábitos de vida saludables, lo que incluye una dieta equilibrada, variada y moderada junto con la práctica de actividad física”.
Así, la asociación asegura que “es injusto pretender establecer un impuesto específico que grave bebidas refrescantes con azúcar frente a otros productos que también llevan este ingrediente”.