Se cumple un año desde que las cadenas de supermercados españoles comenzaron a cobrar a sus clientes las bolsas de la compra y los efectos de esta medida entre los fabricantes y los consumidores han sido radicales.
Hasta entonces, los principales establecimientos venían repartiendo de forma gratuita estas bolsas de un solo uso. El resultado era una frecuencia de uso de una por cada cinco euros de compra, según datos de Asucova (Asociación de Supermercados de la Comunidad Valenciana), que al año suponía 13.500 millones de bolsas según datos de 2009 para el conjunto del país y 1.400 millones solo en la Comunidad Valenciana.
En 2011, la Ley 22/2011 de 28 de julio de Residuos y Suelos Contaminados establece un calendario para la sustitución progresiva de las bolsas de plástico de un solo uso no biodegradables hasta su total prohibición en 2018. A partir de ese momento, las empresas de distribución del sector de la alimentación empiezan a tomar medidas y prácticamente al unísono apuestan por cobrar este tipo de bolsas e introducen alternativas a éstas también previo pago. Entre estas alternativas, el plástico se ha posicionado como prácticamente la única opción, eso sí en otros tipos de formatos o material, bien bolsas reutilizables de plástico, bolsas reutilizables de rafia y las bolsas biodegradables.
Después de la campaña inicial sobre las bolsas de un solo uso se generó cierta confusión en los consumidores ya que se criminalizaba a los materiales plásticos como el causante del problema medioambiental. “Sin embargo, el concepto que se debe perseguir es el formato de bolsa y no el material. En este sentido el sector del plástico no sólo dispone de formatos compatibles con la legislación sino que además se ha demostrado que son los de menor impacto medioambiental, situación que las grandes cadenas de distribución conocen y que les ha motivado a seleccionarlos”, asegura Pedro Melgarejo, responsable de la línea de negocio de Envases y Embalaje del Instituto Tecnológico del Plástico AIMPLAS.
Un año después de la puesta en marcha de esta medida, el impacto en los consumidores y en los fabricantes de bolsas de un solo uso evidente: cada comprador utiliza una bolsa por cada 15 ó 20 euros de compra. Según Asucova, la reducción en el consumo de este tipo de bolsas ha sido del 80% de media, una cifra en la que coinciden los principales fabricantes, y que evidencia un uso más racional de las bolsas, pero al mismo tiempo un importante descenso en las ventas para éstos.