La producción mundial de vino (excluidos zumos y mostos) en 2023 se estima entre 241,7 millones de hectolitros y 246,6 millones de hectolitros, con una estimación intermedia de 244,1 millones de hectolitros, lo que supone un descenso del 7% respecto al volumen de 2022, ya por debajo de la media, y se situaría como la más baja de los últimos 60 años.
Así lo ha expuesto este martes el jefe del Departamento de Estadística y Transformación Digital de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Giorgio Delgrosso, que ha elaborado estas estimaciones a partir de la información recogida sobre veintinueve países, que representan el 94% de la producción mundial en 2022.
“No obstante, la cifra de este año debe tomarse con cautela, ya que todavía hay grandes países, como China, cuya información no está disponible. Además, la gran volatilidad de los volúmenes de producción observada en los últimos años, tanto a escala nacional como regional, dificulta aún más las previsiones”, señala la organización.
Esta sería la menor producción desde 1961 (214 millones de hectolitros), incluso inferior al volumen de producción históricamente bajo de 2017 (248 millones de hectolitros). Este escenario negativo puede atribuirse a descensos significativos en los principales países productores de vino de ambos hemisferios.
En concreto, en el Hemisferio Sur, Australia, Argentina, Chile, Sudáfrica y Brasil registraron variaciones interanuales de entre el -10% y el -30%. En el hemisferio norte, Italia, España y Grecia son los países que más sufrieron las malas condiciones climáticas durante la temporada de cultivo. Sólo EEUU y algunos países de la UE, como Alemania, Portugal y Rumanía, experimentaron condiciones climáticas favorables que se tradujeron en volúmenes medios o superiores a la media.
Una vez más, las condiciones climáticas extremas, como las heladas tempranas, las lluvias torrenciales y la sequía, han afectado considerablemente a la producción del viñedo mundial. “Sin embargo, en un contexto en el que el consumo mundial está disminuyendo y las existencias son elevadas en muchas regiones del mundo, la baja producción prevista podría aportar equilibrio al mercado mundial”, destaca la OIV.