Juvé & Camps acaba de estrenar un espumoso “tradicionalmente original”, el Reserva de la Familia Rosé. Se trata de un Brut Nature Gran Reserva con el que dar un paso más allá, y que quiere ser “un homenaje a nuestra esencia, al conocimiento profundo del terruño, a la maestría en el arte del cupaje y a la perseverancia que exige una larga crianza”.
Con el Reserva de la Familia Rosé se busca, según Meritxell Juvé, cuarta generación de la familia fundadora de las cavas centenarias y CEO de la compañía, “reescribir la historia del rosado” y, a la vez, se invita a descubrir “una nueva faceta del universo espumoso”. Meritxell Juvé manifiesta que “es una experiencia sensorial que marca un punto de inflexión en la concepción del espumoso del Penedès para Juvé & Camps, y simboliza el espíritu inconformista e innovador, al tiempo que conserva el respeto y admiración por la tradición instaurada a lo largo de generaciones”.
Elaborado con las variedades xarel·lo, pinot noir y garnacha tinta de viñedos propios plantados en suelos arcillo-calcáreos. Con un mínimo de 30 meses de crianza, es ecológico con certificación y apto para veganos.
La nueva cuvée mantiene el carácter rebelde e innovador de la casa de Sant Sadurní, que intensifica su apuesta clara por la Xarel·lo, uva blanca identitaria del Penedés y protagonista de su ensamblaje. Esta variedad, famosa por su capacidad de envejecimiento, es la clave en los espumosos de largas crianzas. La mezcla se enriquece con Garnacha, que aporta seductoras notas de fruta roja crujiente, y Pinot Noir, que añade estructura y complejidad. El resultado es un vino vibrante, fresco y equilibrado, con una acidez seductora y un toque salino final que realza su elegancia. “Reserva de la Familia Rosé es una nueva visión de nuestra historia, la reinterpretación en rosado del espumoso más icónico de Juvé & Camps”, afirma Meritxell Juvé.
Con un estilo fresco y sofisticado, este espumoso puede acompañar una amplia gama de platos o disfrutarse solo, en cualquier momento del día. Cada copa evoca momentos compartidos, mesas que se llenan de conversación y, en definitiva, una celebración de la vida en cada descorche.