Los refrigerantes se han convertido en un aspecto clave para que la transición hacia una industria descarbonizada sea sostenible y económicamente viable. Y a este respecto los gases fluorados, que juegan un papel clave en la refrigeración y en combinación con las bombas de calor, suponen una alternativa más sostenible a otros gases más contaminantes y de combustión.
Así lo destaca Olga Gómez Toledo, responsable de Asuntos Públicos y Regulatorios para Honeywell en Europa, en una Tribuna publicada en exclusiva por Financial Food, y en el que añade que estos gases “desempeñan un papel importante en la consecución de los ambiciosos objetivos del Pacto Verde Europeo y REPowerEU, que prevé una aceleración del despliegue de bombas de calor para 2030”.
Sin embargo, advierte que todo esto se podría ver amenazado por la posición del Parlamento Europeo de acuerdo con su voto del 30 de marzo de este año, al querer prohibir los gases fluorados de forma abrupta. “Esta decisión puede provocar un grave impacto económico y medioambiental en sectores clave para Europa y España como son el agroalimentario, turístico e inmobiliario”, explica Gómez Toledo.
Así, explica que, por un lado, “acabar con los gases fluorados supondría que los equipos e infraestructuras existentes de las grandes superficies como hoteles, supermercados o restaurantes quedarían completamente obsoletos y habría que desinstalarnos antes del fin de su vida útil, con las pérdidas económicas que conllevaría, ya que las instalaciones de ese tipo de refrigerantes suelen durar aproximadamente entre 10-15 años y cortarían su ciclo de vida”.
Y por otro lado, también provocaría un “gran impacto medioambiental” ya que, actualmente, las alternativas pasan por los llamados ‘gases naturales’ (CO2, propano o amoniaco), los cuales pueden ser inflamables o tóxicos.
En este sentido, señala que uno de los grandes afectados sería el sector agroalimentario. “Se trata de uno de los más estratégicos de España, no solo en términos económicos (representa en torno al 10% del PIB en España), sino también desde una perspectiva social y medioambiental. Prohibir los gases fluorados dificultará y limitará la actividad actual de la industria debido a su dependencia de la refrigeración en toda la cadena de suministro – almacenamiento, transporte o refrigeración minorista –. De hecho, más de un 90% de los 24.000 puntos de venta de distribución alimentaria en España no podrían ser mantenidos”, asegura.
Además, advierte que podría suponer un coste adicional de 3.000 millones de euros en costes de electricidad sólo al sector español de los supermercados (10.000 – 30.000 a nivel europeo).
Puedes leer la Tribuna completa escrita por Olga Gómez Toledo en la edición de Junio de nuestra Revista Digital.