Para controlar el acopio de productos en situaciones excepcionales el gobierno ha optado por permitir el racionamiento. Sin embargo, «estas decisiones aumentan la sensación de desabastecimiento en los consumidores y provocan también un aumento del pánico y de la inseguridad sobre lo que va a pasar en el futuro que, a su vez, conducen a un mayor acopio de productos», advierte Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Soler añade que otra consecuencia negativa es que el aumento de la demanda favorece que suban los precios. «Cuando el producto escasea y mucha gente quiere conseguirlo, se está más predispuesto a pagar un precio más caro».
Tal y como explica Cristian Castillo, profesor de estos estudios, el efecto acopio es la “acción que realiza un consumidor al comprar más productos de los que realmente va a consumir en un período corto de tiempo para tenerlos como reserva en sus despensas. Se trata de un comportamiento que normalmente se produce debido a la falsa sensación de desabastecimiento de ciertos productos o por el anuncio de un encarecimiento de la materia prima que le lleva a comprar el producto en este momento y en mayor cantidad, antes de que suba de precio”.
Crece la incertidumbre, sube la compra emocional
La guerra en Ucrania y los posibles problemas económicos y de suministro derivados de este conflicto han hecho que crezca la incertidumbre en los consumidores. Según el observatorio de 40 dB de abril de 2022, el 92% de los españoles cree que la guerra entre Rusia y Ucrania afecta negativamente a la economía española y solo un 3 % niega que sea así.
«En época de crisis económica, o cuando se producen situaciones que generan incertidumbre sobre el tiempo que pueden prolongarse y la posibilidad de que se agraven, el consumidor tiene una sensación de pérdida de seguridad y desarrolla un comportamiento de compra compulsiva (emocional)«, explica Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
En esta misma línea, Gázquez-Abad afirma que «efectivamente, por una parte, lo emocional derivado de una situación extrema y complicada hace que los consumidores se vuelvan más sensibles a todo lo relacionado con el entorno e intenten maximizar su sensación de seguridad. Pero, por otra parte, lo racional hace al consumidor intentar reducir los gastos lo máximo posible, incrementar el ahorro y sentir que la situación está ‘bajo control'».
El efecto acopio explica, en parte, las imágenes de estantes vacíos de algunos productos en muchos supermercados, sobre todo aceite de girasol y leche. Según el barómetro de abril de 40dB, casi el 23% de los españoles afirma haber hecho acopio de alimentos «por si acaso» desde el inicio de la guerra y un 25% no lo ha hecho pero se lo ha planteado. «Una situación como la actual, de incertidumbre económica, en la que la ciudadanía recibe constantemente noticias sobre ‘lo que se nos viene encima’, o sobre ‘el posible desabastecimiento de ciertos productos’, provoca una reacción totalmente emocional de protección que impulsa a la compra de más productos de los necesarios… todo bajo la premisa del ‘por si acaso'», detalla Castillo, también investigador del grupo Sustainability and Management Research Group.
La pandemia no ayudó
Ya pasó con el papel higiénico, y es que la pandemia aumentó la compra emocional de este producto en tiempos de inestabilidad. «Cuando las experiencias que hemos vivido anteriormente han dejado un poso de intranquilidad en nosotros (con la pandemia aprendimos que la sensación de estar seguros se puede ver alterada en cualquier momento), ante una nueva situación excepcional o diferente se nos puede disparar enseguida la alarma, haciendo que reaccionemos de una forma exagerada», afirma Soler.
En España, esta vez ha sido el aceite de girasol aunque, precisamente, es el principal productor mundial (30 % del total mundial y el 41 % en la Unión Europea). «Sin ninguna duda, ha sido una compra totalmente irracional, porque su suministro estaba totalmente garantizado. Es difícil explicar la causa de las compras masivas de aceite de girasol, porque fueron totalmente irracionales y, por lo tanto, de difícil explicación», comenta Castillo.
A pesar del miedo, existe una situación de desabastecimiento real provocado principalmente por «la pandemia, la guerra de Ucrania, la huelga de transportistas y el consumo irracional», explica Castillo, que añade que «es cierto que algunos productos pueden tener problemas de suministro puntuales, pero no es motivo de preocupación. Lo que sí es una realidad, es que los precios de los productos pueden continuar subiendo como consecuencia de la situación global».
Algunos expertos aseguran que el desabastecimiento puede ser muy grave durante el mes de abril. «Si esta situación continúa como hasta ahora, en la que arrastramos las consecuencias de una huelga de transportistas y consumos irracionales de productos, la respuesta es sí. Efectivamente, podemos encontrarnos ante una situación muy complicada, especialmente para adquirir productos perecederos como la leche, la frutas o la verdura», concluye Castillo.