Lo que comemos tiene un impacto indiscutible sobre la salud de las personas y la del planeta. De hecho, según el estudio “El poder restaurador de las dietas para el planeta” de WWF, presentado con motivo del Día Mundial de la Alimentación, el actual sistema alimentario es responsable del 26% de las emisiones de gases y del 75% de la deforestación a nivel mundial.
Según explica la ONG, la pandemia del Covid-19 ha evidenciado que es más importante que nunca adoptar dietas más saludables y sostenibles ya que estudios científicos demuestran que “los principales impulsores de la aparición y transmisión de enfermedades infecciosas emergentes, como la Covid-19, se deben a la conversión insostenible de tierras para la agricultura, la ganadería intensiva y el comercio ilegal de vida silvestre, a menudo para el consumo humano”.
Pero además, añade, “el sistema alimentario actual es inequitativo”. Mientras, casi 700 millones de personas pasan hambre, casi 2.000 millones sufren sobrepeso u obesidad. Se estima que si la población mundial llevase una dieta sana podría ahorrarse el 97% de los costes derivados de enfermedades no transmisibles vinculadas a la alimentación, asegura la organización.
Asimismo, WWF recuerda que la última Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad alertó de que el sistema alimentario predominante, basado en una explotación insostenible de los recursos naturales, está exacerbando la crisis climática y la destrucción de la naturaleza. Una presión que se estima será aún mayor en los próximos años y que podría generar impactos irreversibles, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. “Pero, además, este sistema predominante deja fuera de juego precisamente a la agricultura y ganadería de mayor valor ambiental y social, la que nos abastece de alimentos sanos y de calidad, a la vez que cuida de la naturaleza”.
Por ello, asegura que “necesitamos transformar nuestro sistema alimentario para revertir la curva de los impactos negativos sobre la naturaleza, de modo que lo que comamos no destruya al planeta. La restauración de la naturaleza dependerá de una combinación de cambios en la dieta, a reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos y la adopción de prácticas agrícolas y ganaderas que beneficien a la naturaleza”.