A pesar de que se estima que alrededor del 10% de los alimentos disponibles para los consumidores de la Unión Europea se desperdician, más de 37 millones de personas en la región no pueden permitirse una comida de calidad cada dos días. En este contexto, reducir el desperdicio y las pérdidas alimentarias se ha convertido en un objetivo clave de las autoridades para alcanzar una economía circular en 2050.
Uno de los proyectos que trabaja en esta dirección es SISTERS, una iniciativa financiada por la Unión Europea dentro del programa H2020, que busca soluciones innovadoras a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos. La Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia (Proexport) es uno de los 18 socios participantes, provenientes de ocho países, y el proyecto se encuentra en su última fase de desarrollo.
Según Abelardo Hernández, director técnico de Proexport, el proyecto ha puesto de manifiesto que, al trasladar principios éticos a la realidad, «los detalles son cruciales» y pueden marcar la diferencia entre una buena idea y una solución tangible y eficaz. Proexport, que representa a productores, manipuladores, envasadores y proveedores de frutas y hortalizas frescas, aporta su experiencia en el sector agrícola para adaptar las innovaciones propuestas a las necesidades del día a día.
Dentro de SISTERS, uno de los enfoques principales es reducir las pérdidas durante el transporte de productos frescos. Para ello, se han diseñado contenedores especiales, denominados ‘Bulkbox’, que pueden monitorizar el estado de los alimentos en su interior. Por ejemplo, espinacas y fresas de empresas como Verdimed y Frutas Esther fueron transportadas en estos contenedores hacia un laboratorio en Italia, donde se evaluó la eficacia del sistema.
Otro experimento reciente involucró tomates cherry de Looije-Águilas, en los que se analizaron cajas herméticas llamadas ‘Storebox’, diseñadas para prolongar la vida útil del producto y reducir las pérdidas durante la venta minorista.
Hernández reconoce que las soluciones técnicas son complejas. Aunque reducen el desperdicio en ciertos eslabones de la cadena, su implementación a escala industrial requiere evaluar aspectos como el espacio que ocupan los contenedores o la relación costo-beneficio.
El proyecto también aborda las dificultades en la implementación de otros métodos, como las cadenas cortas de comercialización, que según Hernández, no siempre se traducen en una menor pérdida de alimentos. “Las ventas directas se consideran una herramienta contra el desperdicio, pero este canal también enfrenta problemas de excedentes y una menor capacidad de gestión”, explica.
Otro de los grandes desafíos de SISTERS se centra en el desarrollo de nuevos materiales de envasado sostenibles. Se están creando bandejas, cestitas y films de embalaje a base de materiales biológicos que sustituyan a los fabricados con combustibles fósiles, con el objetivo de mantener la protección de los vegetales y reducir el desperdicio. Este esfuerzo es aún más ambicioso considerando la inminente legislación que prohibirá el uso de envases en productos vegetales de menos de 1,5 kilogramos.