El mercado de caldos en España sigue creciendo, impulsado por la preferencia de los consumidores por opciones prácticas y de calidad. De hecho, los caldos son la categoría más elegida dentro de los platos preparados, representando el 36% del total, según el Panel de Consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Sin embargo, no todas las opciones son iguales. Un 44% de los españoles desconoce las diferencias en el porcentaje de pollo entre las distintas marcas, y más de la mitad de los caldos del mercado contienen menos de un 2% de pollo, utilizando, muchos de ellos, ingredientes deshidratados y aromas para mejorar su sabor. «En cambio, el caldo de pollo de Gallo es el único en el mercado con un 33% de pollo, sin aromas añadidos y elaborado con verduras frescas, ofreciendo así un sabor auténtico, como el hecho en casa», señala la compañía.
La falta conocimiento sobre la composición de los alimentos está vinculada al bajo hábito de lectura del etiquetado. En España, un 67% de los consumidores no lee las etiquetas de manera habitual, según el I Estudio sobre el Uso y la Interpretación del Etiquetado de Alimentos, elaborado por la Fundación Española de la Nutrición a propuesta de Grupo Gallo. Aún y así, nueve de cada diez españoles afirman estar preocupados por sus hábitos alimentarios. Entre los principales motivos que llevan a los consumidores a no revisar las etiquetas están la percepción de irrelevancia de la información, el tamaño reducido de la letra, la dificultad para interpretarla y la desconfianza en el etiquetado.
En 2023, la producción de caldos, sopas y cremas alcanzó los 174,6 millones de litros, un 4,5% más que en 2022, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La falta de tiempo en los hogares ha impulsado este crecimiento, reduciendo la elaboración de caldos caseros y aumentando la demanda de soluciones listas para consumir.
El 62% de los hogares españoles consumieron sopas o caldos en 2023, con una frecuencia media de 2,3 veces por semana y un consumo per cápita de 6,05 litros anuales. No obstante, la Fundación Dieta Mediterránea recomienda elevar esta frecuencia a cuatro o más veces por semana para aprovechar al máximo sus beneficios nutricionales.