La Unión Europea es el segundo productor de miel a nivel mundial, sólo por detrás de China. Esta posición se debe sobre todo a la aportación de España, cuya media se ha situado en unas 33.000 toneladas producidas por campaña durante los últimos cinco años, como primer país productor del mercado común. Sin embargo, los datos no llegan a trasladarse al consumo de este alimento ya que las cifras anuales de consumo en los hogares españoles llevan estancadas en 18.000 toneladas de miel desde hace una década.
De acuerdo con el Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa), esta cifra no ha variado salvo en 2020, que escalaron a 19.556 toneladas, cuando la población aumentó la ingesta por la pandemia. Tal situación localiza el actual consumo per cápita en 0,8 kilogramo al año, mientras que en Alemania llega a un kilogramo al año.
Además, los consumidores de miel en España tienen un perfil cada vez más senior, de 50 años en adelante, pues suponen el 71,4% de las personas que compran este alimento en nuestro país. Por su parte, los menores de 35 años sólo representan el 5,5%, pese a que un consumo usual de miel puede aportar ventajas en personas con un estilo de vida activo.
Contribuir a la formación normal de glóbulos rojos, disminuir el cansancio, regular la actividad hormonal y contribuir al funcionamiento normal del sistema inmunitario son algunos de los beneficios para la salud de las personas activas que ofrece la vitamina B-6, presente en la miel, tal y como recuerda la campaña de información Familias Mielenials, impulsada por Asemiel-Aninpa y la Unión Europea, con el fin de promover un consumo razonable de miel producida en Europa entre las familias españolas, en línea con el objetivo de fomentar entre los europeos una vida mucho más saludable y activa.