El precio del aceite oliva virgen sigue por los suelos y, mientras debería oscilar entre un 2,20 y los 2,40 euros el kilo para garantizar la rentabilidad del agricultor, a comienzos del año -y tomando como referencia el mes de enero- el precio medio descendió un 10% hasta llegar 1,9 euros por litro llegando a alcanzar un mínimo de 1,8 euros, según Asaja.
Se ha pasado en 2010, según datos extraídos de la lonja agraria de Asaja, de 2.100 euros por tonelada en enero de ese mismo año a 1.863 euros por tonelada de media en 2011. Una situación claramente insuficiente para acometer los gastos de recolección que han ascendido vertiginosamente tras las lluvias de los últimos meses, ya que las incidencias meteorológicas están propiciando la caída de la aceituna madura del olivo, debido a los fuertes vientos y sucesivos temporales que se han ido encadenando.
Así los precios de los aceites de Oliva Virgen Extra, lejos de recuperarse en el transcurso de la campaña, se mantienen de nuevo ruinosos para la mayor parte de los productores olivareros cordobeses, y en muchos casos por debajo del coste de producción de las aceitunas, sembrando el desánimo entre los agricultores que viven con incertidumbre las pérdidas adicionales que les genera cotizaciones de ruina y ponen en riesgo la subsistencia de un millón y medio de hectáreas de olivar español. Las cuentas no salen en centenares de hogares cordobeses al comprobar como año tras año las explotaciones que siempre les habían dado de comer no les dejan ni un euro de beneficio y en el peor de los casos les cuestan dinero.
Ante este grave contexto, Asaja nuevamente solicita a la Administración que se articulen los instrumentos necesarios para contener los descensos de los precios en origen, además de evitar que la distribución utilice el Aceite de Oliva como gancho para atraer clientela. En este sentido, algunas firmas comerciales utilizan políticas abusivas y reiteradas al vender a pérdidas Aceite de Oliva Virgen Extra de su marca, llegando a situar el precio por litro en 1,75 euros, muy por debajo del coste de producción, concurriendo, con ello, a una clara competencia desleal y vulnerando la ordenación del comercio minorista.