“El mayor problema al que se enfrentan las marcas es la dificultad de los consumidores a la hora de definir qué es una innovación. Por ejemplo muy raramente identifican las extensiones de gama como innovación, a pesar de que es una de las estrategias de desarrollo de producto más usadas por las marcas”, dice Glòria Malgosa, directora del área de Innovación y Desarrollo de productos de TNS.
“Por esta razón, las compañías necesitan basarse en las necesidades de los consumidores, tanto funcionales como emocionales para definir su estrategia de innovación. La manera en que una marca haga esto dependerá en gran medida de la categoría a la que pertenezca ya que los consumidores quieren cosas muy diferentes de un producto lácteo que de un coche nuevo o un móvil. Por desgracia, en materia de innovación no hay una receta única de éxito“.
Respecto a las diferencias sectoriales añade: “en general el español valora positivamente el nivel de innovación en casi todos los sectores”.
El cuidado personal y los uctos lácteos presentan una situación contraria a los demás sectores. Se trata de unos sectores con expectativas más bien bajas en lo relativo a la innovación (no se espera de ellos que sean muy innovadores) con los que la gente se siente generalmente satisfecha. De hecho, el nivel de satisfacción supera en ambos sectores el nivel de expectativas.