La saturación de oferta en los mercados modernos de consumo masivo ocasiona excesos de stock que, en el caso de la alimentación, se convierten en pérdidas económicas al cabo de poco tiempo, por el carácter perecedero de estos bienes, según un análisis realizado por la empresa byeFood sobre el tamaño del mercado en España.
Conforme a dicho estudio, el mercado español permite estimar una horquilla de pérdida neta de inventario de entre 25 y 50 millones de euros anuales. Javier Arbex, director general de byeFood, afirma “si atendemos a estudios más documentados efectuados en otros países de Europa, deberíamos hablar de una cifra mucho mayor”.
Los factores que provocan el desfase entre la demanda del consumidor y las existencias disponibles para atenderla son los objetivos ambiciosos de crecimiento de ventas: casi todas las empresas suelen proponerse crecimientos en su cuota de mercado, pero el tamaño del mercado es relativamente constante
Además, lanzamientos fallidos de nuevos productos, la discontinuación de referencias, cambios de envasado o de aspecto, los cambios súbitos en la política de compras de la Distribución Comercial, las acciones exitosas de la competencia y la recesión generalizada, también afectan.
Aunque las empresas intentan evitar la aparición de excedentes o productos con vida útil reducida, cuando éstos se producen se ven obligadas a recurrir a diferentes tácticas: venta con descuentos especiales: es el medio más habitual, pero destruye el valor de la marca en el mercado minorista, al introducir referencias de precio inferiores a las ordinarias entre la clientela habitual, donaciones a organizaciones benéficas: hasta un cierto importe se consideran como gasto deducible, por lo que la empresa recupera el 35% de su valor, correspondiente a la tasa del impuesto de sociedades, venta al coste o por debajo del coste para usos marginales (piensos compuestos) o como materia prima para otros procesos (ingredientes para platos preparados), reproceso: algunos productos admiten un cierto porcentaje de producto “antiguo” en la elaboración del producto “nuevo”, como el aceite o los turrones.
Sin embargo, cada vez son más habituales las situaciones en que las empresas se ven finalmente en la situación de tener que destruir sus excedentes o de liquidarlos con una pérdida importante por falta de canales y servicios especializados en su gestión.