El Secretario General de Agricultura y Alimentación, Carlos Cabanas, ha destacado que el desarrollo del Código de Buenas Prácticas Mercantiles en la Contratación Alimentaria “va a marcar un antes y un después en las relaciones comerciales de los distintos eslabones de la cadena agroalimentaria”.
Cabanas que ha participado en la “Jornada sobre el Código de Buenas Prácticas: hacia una mayor transparencia en la cadena” organizada ayer por la Fundación LAFER con la colaboración de Mercasa, ha resaltado su carácter pionero de este reglamento, aunque ha reconocido que su puesta en marcha no fue fácil. También ha mencionado al respecto, la existencia de un sistema de resolución de conflictos, destinado a resolver aquellas discrepancias que pudieran producirse.
Por su parte, el presidente de la Fundación LAFER, Manuel Lamela, ha citado que su aplicación tendrá una enorme trascendencia en el sector y servirá para generar una mayor seguridad jurídica entre los actores de la cadena.
Eduardo Amejide, presidente de Mercasa, ha felicitado al sector por alcanzar este acuerdo, y ha mencionado los vínculos que mantiene la empresa pública con los agentes de la cadena con los que “intenta contribuir a favor de las buenas prácticas comerciales”.
En la misma línea está Mauricio Garcia de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), que valoró muy positivamente el papel desempeñado por los representantes del MAGRAMA y habló de “un texto suficientemente bueno y equilibrado entre derechos y obligaciones”.
Por su parte, Ignacio García Magrazo, director general de ASEDAS, expresó que “define muy bien las prácticas, aunque deja abiertas las soluciones”, y añadió “que recoge gran parte del contenido sobre el sistema de innovación marcando una dirección clara sobre la que trabajar”.
Por su parte, Aurelio del Pino, presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES), explicó las razones por las que su organización no había firmado el código, entre otras porque “la Ley ha dejado poco campo a la autorregulación, y puso como ejemplo, el plazo de pagos a proveedores. Además citó que “no existe un desequilibrio entre las grandes empresas de la industria y de la distribución, dado que el nivel de negociación de las grandes empresas alimentarias es similar o mayor a los de la distribución”.