España es uno de los países mejor posicionados del sector ecológico a nivel internacional, el quinto del mundo en superficie destinada a este tipo de cultivo, con un 6,5% de su superficie agrícola. Sin embargo, desde 2013 se detectan síntomas de estancamiento en la estructura productiva ecológica española.
Así, esta paralización se produce en la superficie agrícola o el número de operadores, ya que sólo crece ligeramente el área de procesado, debido a una falta de transformadores y distribuidores.
España es el segundo país de la Unión Europea en número de explotaciones (más de 30.000, siguiendo a Italia que tiene 45.000). Además, de 2003 a 2013, el volumen de negocio se multiplicó por cuatro, hasta un total de 1.000 millones de euros al año).
Según un estudio presentado por Mercabarna, el consumidor español están cada vez más predispuestos e informados sobre el valor añadido de los productos ecológicos. La gran estructura productiva ecológica española, sin embargo, no se corresponde con un desarrollo similar de transformadores y distribuidores, lo que dificulta el fomento de la demanda.
Las perspectivas para el positivo desarrollo del sector pasan, por tanto, por aumentar el número de transformadores y distribuidores, así como por aprovechar la diversidad de canales de comercialización existentes (desde el detallista especializado a los lineales de la gran distribución). Como ha sucedido en otro países europeos, si se facilita la disponibilidad de los productos ecológicos en los centros de compra habituales, como hay un conocimiento previo y un predisposición por parte de los consumidores hacia estos alimentos, su demanda se incrementa.
Además, esta predisposición latente de los consumidores de productos ecológicos queda constatada por el creciente uso del e-commerce para proveer esta demanda no satisfecha.