Este año Granini, la marca de zumos, néctares y bebidas de fruta, celebra medio siglo de vida. Su origen se inspira en la dolce vita italiana y los sabrosos zumos que se podían tomar por las calles de este país a mediados de los años 60.
Su fundador, Heinz Schürmann, un emprendedor alemán importador de pasta, pensó que esas jugosas recetas de fruta con pulpa tenían que funcionar en su país. Y así fue. Desde el lanzamiento de la marca, en 1965, Granini se ha consolidado como una marca referente mundial de zumos, néctares y bebidas de fruta de calidad premium.
Perteneciente al grupo familiar Eckes-Granini, con presencia en más de 70 países de todo el mundo, la producción anual de granini llega a los 232 millones de litros de zumos, néctares y bebidas de fruta, según datos de 2014. En España, Granini lidera el mercado premium de su categoría con más de 25 sabores de fruta distintos para los canales de gran consumo y hostelería y restauración.
Según su director de Márketing en España, David Ferrer, “queremos celebrar estos 50 años con diversas acciones especiales a lo largo de 2015 en las que, cómo no, los protagonistas principales serán nuestros consumidores y distribuidores. Queremos darles las gracias por estar a nuestro lado durante todos estos años y haber hecho posible lo que hoy es granini”. La marca prevé nuevos lanzamientos este año fiel a su filosofía de ofrecer siempre la mejor calidad a los consumidores. Tal y como avanza Ferrer, “estamos trabajando en nuevos productos para deleitar los paladares más exigentes para que, además de disfrutar del mejor sabor de la fruta, cuiden de su bienestar”.
En 1965, el empresario Heinz Schürmann empezó a elaborar sus propios jugos bajo la marca Granini para el mercado alemán. Fascinado por los zumos que había podido degustar en Italia, país que le atrapó por la variedad de frutas y por el rico sabor de los jugos naturales que allí se elaboraban, llenos de pulpa, Schürmann decidió iniciarse en la fabricación de sabrosos zumos siguiendo la misma técnica italiana, algo que en Alemania era prácticamente desconocido. Por su intenso aroma, sabor y textura, el primer Granini de naranja que elaboró fue denominado granini Trinkfrucht, literalmente “Granini, fruta para beber”.
Cuatro años después del nacimiento de Granini, Schürman decidió dar un nuevo paso adelante con un nuevo formato de botella, transparente y con alveolos. El original diseño fue toda una revolución en su momento y se convirtió en un rasgo distintivo de la marca, en parte de su ADN, con el que ha llegado prácticamente inalterable hasta nuestros días, unánimemente reconocida.
La emblemática botella Granini, que substituyó a los anteriores formatos de la marca, más tradicionales, gustó tanto a consumidores como sector. Presentaba un diseño muy diferente al habitual hasta entonces en bebidas: una forma atractiva y ergonómica, con un cuello de botella ancho unido a una base más voluminosa y redondeada, caracterizada por la presencia de unos llamativos alveolos que facilitaban el agarre de la botella y que, según Schürmann, representaban los Granini -pequeños granos en italiano- en referencia a la pulpa que se apreciaba en sus zumos. La transparencia del envase, elaborado en vidrio, fue clave para la marca, ya que permitía apreciar directamente el jugo de su interior.