Monte Blanco de Ramón Bilbao presenta por tercera vez su añada. En esta ocasión, como hizo en la pasada temporada, lo ha querido hacer antes de que termine el año, convirtiéndose en uno de los primeros en dar la campanada para, además, demostrar la versatilidad de Monte Blanco 2012, un vino, capaz de maridar con diferentes cocinas.
Para ello ha contado con la ayuda de tres prestigiosos cocineros del panorama nacional, como son Segundo Alonso, del restaurante La Paloma; Alfonso Figueroa, de Edulis; y el joven Carlos Moreno, del bar Evboca, que han creado unos platos acordes para la ocasión que refuerzan su condición.
Además, durante dos meses (diciembre-enero) estos establecimientos contarán en sus cartas con estas recetas especialmente creadas para la ocasión, con la idea de que todo el que quiera conocer de primera mano este nuevo vino y su perfecta fusión con los diferentes fogones de los tres reputados cocineros puedan probarlo. Una ocasión única.
Monte Blanco 2012 llega con la fuerza que da haber estado precedido de dos excelentes añadas, como fue la de 2010, merecedora del Premio Nariz de Oro como mejor vino blanco de aquel año, dejando patente que este rico verdejo merecía un lugar privilegiado en las vinotecas de los amantes de esta D.O.
Recién embotellado en Serrada (Valladolid), en plena Denominación de Origen Rueda, Monte Blanco 2012 es fruto de la unión entre los amantes de la tierra, de su cultivo, de su fruto y de la sabiduría a la hora de elaborar los mejores vinos. Con notas muy características de su variedad verdejo, que supone el 100 % de su composición, predominan las notas anisadas y de flores del almendro, sobre un fondo de heno fresco recién cortado, matices de limones amarillos de Sorrento y sutiles notas tropicales (piña, maracuyá, mango…).
Por fin, después de tres años de trabajo en la zona, se ha logrado una cosecha típica. Los colores dorados de las anteriores cosechas, se ven ahora dominados por notas verdosas y de irisaciones aceradas, que hacen al vino muy brillante.
En boca es vibrante por su juventud, pero al mismo tiempo armado y sabroso, con recuerdo de nuevo de hinojo y frutas exóticas. El retrogusto es vínico, sutil, fresco y con equilibro, que pide un nuevo sorbo, en busca de la explosión de matices.
La personalidad de Monte Blanco se aprecia a simple vista, e incorpora en su imagen principal de la etiqueta el dibujo de un monte que sólo es visible cuando la botella se encuentra a la temperatura óptima para el consumo. A los 10-11º C se dibujan sobre su etiqueta las líneas en color azul del emblemático monte que da origen a la marca e indica a quienes lo toman que el vino se encuentra a la temperatura perfecta para saborearlo.