Muchos consumidores están desafiando las prácticas de ciertas empresas para evitar la reducción de sus ventas y los márgenes por la inflación. Estos métodos son los conocidos como la “shrinkflation”, “cheapflation” y la “skimpflation” y el consumidor ha reaccionado antes ellos penalizando a algunas de las compañías que los utilizan, dejando de comprar esos productos y pasándose a las marcas blancas, las grandes ganadoras de este contexto de precios altos, tal y como destaca un informe de Mirabaud.
El trabajo señala que en un contexto de crisis y de contracción de los mercados, y en un sector en el que la sensibilidad a los precios es muy alta, los minoristas no tienen más remedio que tratar de reducir sus costes en lugar de subir los precios. Sus métodos incluyen prácticas como:
-Shrinkflation: con la subida de los precios de las materias primas y el encarecimiento de las facturas en las cajas de los hogares, una técnica de venta está causando polémica: la reduflacción. Consiste en reducir la cantidad de un producto manteniendo su envase y precio originales. La causa principal es el aumento de los precios. El objetivo es seguir siendo competitivo en tiempos de inflación, como ocurre actualmente. Esta técnica es perfectamente legal en algunos países. En los supermercados, alrededor del 2% de los productos alimentarios podrían verse afectados por la shrinkflation. Los cereales y las tabletas de chocolate serían los más afectados por este proceso.
-Cheapflation o disminución de la calidad de los alimentos: consiste en sustituir determinados productos o alimentos por sustitutos más baratos (alimentarios o no alimentarios). El objetivo es, obviamente, mantener los márgenes o vender más productos. Hay muchos ejemplos de ello en Internet, incluso en Reddit. El ejemplo más evidente de cheapflation es el de ciertos h e l a d o s, ahora llamados «postres congelados», porque en lugar de productos lácteos ahora contienen rellenos.
-Skimpflation o escatimación: es un fenómeno económico en el que las empresas reducen la calidad o la cantidad de los bienes y servicios que ofrecen, manteniendo el mismo precio o incluso subiéndolo ligeramente. El término proviene del verbo «to skimp», que significa gastar o utilizar menos tiempo, dinero o material y se refiere al hecho de que los consumidores reciben menos por su dinero sin que esto sea necesariamente visible a primera vista. A diferencia de la inflación tradicional, en la que los precios suben visiblemente, la skimpflation implica ajustes sutiles en los productos o servicios, lo que permite a las empresas gestionar el aumento de los costes al tiempo que intentan evitar perder clientes mediante subidas de precios evidentes.
No obstante, parece que los consumidores, que han sido «exprimidos» por todas partes, están «despertando» o simplemente dándose cuenta de que la situación en la que se encuentran no es «normal» y están penalizando estas compañías.
De este modo, las grandes ganadoras de esta situación han sido las marcas blancas. Su cuota de mercado cada vez aumenta más, sobre todo en alimentación y bebidas, y están siendo utilizadas por las grandes cadenas de supermercados para aumentar sus márgenes y fidelizar a los clientes.
“El auge de las marcas blancas y la rebelión de los consumidores contra prácticas como la reduflaccion ilustran un profundo cambio en los hábitos de consumo. Las empresas, conscientes de esta dinámica, deben adaptarse rápidamente para seguir siendo competitivas y satisfacer las crecientes expectativas de los clientes que buscan transparencia, calidad y precios justos. Las marcas blancas, consideradas ahora como una alternativa creíble a las grandes marcas, desempeñan un papel clave en esta nueva era del consumo. Les esperan oportunidades de inversión”, destaca el informe de Mirabaud.