Si bien antes de la guerra de Ucrania el sector agroalimentario comenzaba a recuperarse, desde la invasión se acentuó el encarecimiento de los costes de producción de sus recursos básicos, que ya se encontraba en alza, afectando directamente a la importación y exportación de alimentos, agravando especialmente el comercio del aceite de girasol, el maíz y el trigo.
Son unos datos que analiza el Informe Sectorial Agroalimentario elaborado por Caixabank Research y presentado recientemente en el salón Alimentaria de Barcelona. Según el estudio, en concreto el 27% y el 62% de las importaciones de maíz y de aceite de girasol, respectivamente, proceden de Ucrania, y Rusia es un proveedor importante de abonos minerales, además del aumento de precio de determinadas materias primas agrícolas.
El dato positivo es la cifra de exportaciones agroalimentarias de España en 2021 que, con un aumento del 11,2%, batió un nuevo récord y alcanzó los 59.000 millones de euros. En este sentido destaca el sector oleícola, del que el país es una gran potencia productora y exportadora con un 46% de producción de aceite de oliva a nivel mundial.
Las exportaciones agroalimentarias son un motor de crecimiento del sector exterior español y han generado un superávit exterior del 1,5% del PIB. Prácticamente todos los productos aumentaron sus exportaciones en 2021, el repunte de las exportaciones de aceite de oliva (16,5%) y del vino (10,0%). También es destacable el buen desempeño de los moluscos (48%) y del pescado (26,0%), productos que habían retrocedido significativamente en 2020. Hay dos notables excepciones a esta tónica positiva: los cítricos (–2,4%) y la carne de cerdo (–2,6%).
El sector primario supera el nivel precrisis
Según las Cuentas Económicas de la Agricultura que publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, la producción agraria en 2021 aumentó un 7,8% en términos de valor, un incremento que se debe exclusivamente al encarecimiento de los precios, ya que la cantidad producida apenas varió (0,2%).
En 2021 el valor de la producción vegetal aumentó un 10,7% debido, sobre todo, al aumento del precio de determinados productos como el aceite de oliva, los cereales o las plantas industriales. Por su lado, el valor de la producción animal aumentó un 3,7% (donde destacó la carne de ovino y caprino, y bovino), como consecuencia tanto del incremento de la cantidad producida como de un modesto avance de los precios.
Para calcular el valor añadido del sector agrario, hay que restar los costes de producción, que en 2021 aumentaron con fuerza (12,6%) debido al incremento de los costes de la energía (34,7%), de los fertilizantes (27,4%) y de los piensos (12,6%). Como consecuencia de todo ello, el valor añadido aumentó un 3,8% en términos nominales, pero el avance fue nulo en términos reales.
En cuanto a los costes de producción, aparte de la fuerte subida del precio de la energía, el precio de los fertilizantes aumentó un 80,5% en 2021 y todo apunta a que se mantendrán en estos niveles elevados en 2022 a raíz del conflicto en Ucrania.
No obstante, la industria de la alimentación ha seguido una tendencia ascendente a lo largo de 2021, con un avance del 3,4% en la producción industrial (en términos reales) y del 8,4% en la cifra de negocios (valor nominal). La fabricación de bebidas, que se vio más afectada por la pandemia por su mayor dependencia del canal Horeca, ha experimentado una recuperación especialmente intensa en 2021 (avance del 12,3% en la producción industrial y del 13,0% en la cifra de negocios) y ya supera el nivel precrisis
Relaciones comerciales con Rusia y Ucrania
La guerra en Ucrania afectará de forma directa al sector agroalimentario porque Rusia y Ucrania son grandes exportadores de productos agrarios a nivel mundial. En particular, el campo español tiene una elevada dependencia de las importaciones de cereales, aceite de girasol y abonos minerales. En concreto, el 29,7% del maíz, el 19,3% del centeno, el 4,8% de la cebada, el 63% del aceite de girasol y el 8,6% de los abonos minerales importados en 2021 procedieron de la región el año pasado.
Lo más destacable es la elevada dependencia del aceite de girasol de Ucrania, puesto que Ucrania y Rusia copan casi el 80% de las exportaciones mundiales de este aceite. La alternativa sería usar grasas vegetales alternativas, como aceite de soja, de palma o de colza, cuyos precios están repuntando en los mercados internacionales, o aceite de oliva, del que España es el primer productor mundial