El horizonte económico para el próximo año parece nublado según el último informe trimestral del Banco de España, que proyecta menos crecimiento y una inflación más alta para 2024. La elevada previsión del 4,3% de inflación media, un incremento de siete décimas, es atribuida al aumento de los precios, desencadenado por factores como tensiones geopolíticas y el alza en el precio del petróleo. A este panorama se suma la finalización de medidas de ayuda contra la inflación, como la reducción del IVA en alimentos y energía, así como subsidios al transporte público.
Los consumidores, preocupados por el encarecimiento de los productos, se enfrentan a una pérdida del 4,5% en su poder adquisitivo en los últimos dos años. Con la temporada navideña acercándose, el alza de precios se convierte en una de las principales inquietudes. En este contexto, el comercio electrónico emerge como un actor relevante para contrarrestar estas cifras.
Según datos recientes, el 60% de los consumidores percibe que las compras en línea les han ayudado a mantener o incluso aumentar su poder adquisitivo en el último año. Roberto Fumarola, CEO y cofundador de la plataforma logística Qapla`, señala que «la capacidad de comparar precios y encontrar mejores ofertas en línea son factores determinantes para optar por el ecommerce en lugar de las tiendas físicas».
Por su parte, Davide Lugli, CEO de Skipper, asegura que «cualquier producto vendido en línea tiene un promedio de precios un 30% más bajo en comparación con los precios offline, con reducciones de hasta un 50%. Esta disparidad se debe a la marca y al nivel de precios, más que al tipo de mercancía».
La transparencia y la competencia en línea son factores fundamentales que convierten al ecommerce en una herramienta contra la inflación. La entrada en vigor de la Directiva Ómnibus ha fortalecido la transparencia en las reducciones de precios en línea, protegiendo así a los consumidores. La eliminación de barreras geográficas, siempre que los procedimientos aduaneros estén eficientemente gestionados, ha facilitado que los compradores online busquen ofertas en mercados extranjeros.
Los precios en línea fluctúan constantemente debido a algoritmos que analizan la oferta y la demanda, la estacionalidad y eventos específicos como el Black Friday. Esta dinámica ha llevado a un aumento en la búsqueda de ahorros por parte de los eShoppers, fomentando la diversificación de canales de compra.
Fumarola predice que las ventas online podrían representar el 30% de las ventas minoristas para el año 2030, dado el creciente interés de los consumidores por ahorrar dinero y la competencia constante entre minoristas. Además, destaca la importancia de la experiencia del cliente y la optimización postventa en esta lucha por la preferencia del consumidor.
Aunque actualmente los eShoppers no aprovechan plenamente las oportunidades en línea, Lugli sugiere que esto cambiará con el respaldo de la inteligencia artificial. «Los comparadores de precios serán reemplazados por asistentes de compra y otras herramientas de sugerencia y correlación», afirma.
Una de las ventajas del comercio en línea es la abundancia de datos disponibles para los vendedores, aunque interpretarlos adecuadamente es fundamental. Asimismo, el ecommerce posee una estructura de costos más flexible en comparación con el comercio tradicional.
La automatización de procesos incrementa la eficiencia y reduce costos fijos. Herramientas como WMS y ERP simplifican las operaciones diarias y reducen los costes laborales. En palabras de Fumarola, «la adopción de estas herramientas también permite contener los costes de envío, disminuyendo considerablemente el tiempo de gestión del Servicio de Atención al Cliente mediante notificaciones automáticas de seguimiento».