El estudio ‘Conductas sostenibles de la población española’, realizado por la entidad de banca ética Triodos Bank en el marco de su XX aniversario en España, revela que más de la mitad de la población española (62%) afirma tener un gasto mensual en alimentación superior a 200 euros.
Al profundizar por generaciones, las personas mayores de 41 años son el tramo de la población que más recursos económicos destina a la compra del mes. Las personas jóvenes de entre 18 y 25 años (35 %), en ocasiones con menores recursos económicos, y las personas encuestadas que afirman vivir solas (38,2 %) solo destinan entre 50 y 150 euros al mes.
El estudio pone también de manifiesto la escasa conciencia ciudadana con criterios sostenibles en las decisiones de la cesta de la compra y el impacto de estas sobre el medioambiente y la sociedad. En este sentido, solo el 37,1% de las personas consultadas dice tener en cuenta el impacto ambiental y social de los alimentos que compra y consume, y apenas un 8% considera como determinante que estos alimentos sean ecológicos.
De acuerdo con el último Informe de Sostenibilidad en el Consumo realizado por el Ministerio de Transición Ecológica, la huella de consumo en España no ha parado de crecer desde 2013 y la alimentación acapara más del 50% de los impactos asociados, un 26% superior a la media europea. Los resultados extraídos del Estudio de Triodos Bank reflejan un horizonte algo más esperanzador respecto al crecimiento de conductas más sostenibles. Casi un 64% de la muestra afirma valorar el origen ecológico de los alimentos, cuatro de cada diez compran este tipo de alimentos de forma habitual y más del 80% los consume al menos una vez por semana. En el otro lado de la balanza, todavía un 18% condiciona su decisión a comprar este tipo de productos ecológicos en función del precio.
El coste, principal barrera para comer de forma más sana y sostenible
Aunque existe un interés en consumir productos ecológicos o de comercio justo, el precio actúa como freno. El 79,3% de las personas encuestadas asegura que aumentaría la compra de estos productos si no fuesen más caros que los habituales. Al ahondar en esta afirmación, las mujeres (82,7%), la población entre 26 y 40 años (82,5%), las personas con estudios superiores (82,8%) y las que trabajan (81,9%) son los grupos de población más dispuestos a aumentar su consumo con precios fueran más ajustados. Sin embargo, un 15,3% no modificaría sus hábitos, independientemente de los precios.
En esa línea, aunque existe una preocupación creciente por la preservación del medioambiente y los ecosistemas, la penetración de los productos ecológicos en nuestro consumo diario es todavía escasa y el precio es más relevante en la gran mayoría de los casos. De hecho, y más allá del sector alimentario, el Estudio también revela que casi un 95% de la población afirma no comprar ningún producto sostenible de forma habitual. Solo un 5% de la población tiene en cuenta la sostenibilidad en su consumo de ropa (53,9%), productos de cosmética e higiene personal (29,8%) o para la limpieza del hogar (28,2%).
El conocimiento sobre productos ecológicos es una asignatura pendiente
La principal diferencia entre los productos ecológicos y los convencionales radica en el proceso de producción. Es decir, en los primeros no se usan pesticidas ni fertilizantes químicos, sino métodos naturales y sostenibles en toda su cadena de valor mediante, por ejemplo, rotaciones de cultivos y compostaje, mantenimiento de la fertilidad del suelo y protección de la biodiversidad, sin obviar su impacto social y económico donde se produce, comercializa y distribuye. Aun así, distinguir un producto ecológico de uno que no lo es no siempre es sencillo.
Bajo esa premisa, el estudio demuestra que existe un conocimiento reducido de los sellos y certificaciones ecológicas. Casi un 40% de las personas no conoce ninguno y el 44,3% que afirma lo contrario no tiene muy clara su definición. A pesar de ello, las personas consumidoras consideran útil que los productos lleven información sobre su impacto ambiental, aunque alegan desconocimiento a la hora de interpretar esos datos. De hecho, existe una gran falta de información entre la mayoría de la población sobre qué alimentos son los que más contaminan en su producción y el impacto ambiental que generan.
Concretamente, al consultar a la población sobre el impacto medioambiental de ciertos alimentos, solo el 37,2% de las personas supo identificar correctamente la carne de vacuno como la más contaminante, mientras que un destacado 62,8% erró en su elección al elegir el pescado, el cerdo, las galletas o los huevos.
Por otro lado, a la hora de hacer la compra y en la concienciación sobre el uso de plásticos, el Estudio revela que casi la mitad (47,4%) de las personas consultadas tiene en cuenta que los supermercados a los que acuden tengan menos envases de un solo uso. Al preguntar por los hábitos de compra, el 91,6% afirma utilizar bolsas reutilizables y, de este porcentaje, un 46,2% afirma que lo hace siempre.
En Cataluña y las Islas Baleares se consumen más productos ecológicos
Aunque no existe una gran disparidad por comunidades autónomas, en Cataluña (46,9%), Islas Baleares (46,3%) y Navarra (43,5%) es donde las personas consultadas afirman consumir más alimentos ecológicos o de comercio justo. En Cantabria (23,7%), Madrid (25,6%), y la Comunidad Valenciana (30%) se muestra un interés menor en este tipo de productos.