En 2024, el 8,5% de la población de la Unión Europea no pudo permitirse consumir, al menos cada dos días, una comida que incluyera carne, pescado o un equivalente vegetariano. La cifra representa una ligera mejora respecto al año anterior, cuando el porcentaje se situaba en el 9,5%.
El impacto de esta carencia alimentaria se concentra principalmente entre las personas en riesgo de pobreza: el 19,4% de este colectivo no pudo acceder a una comida adecuada, frente al 6,4% de quienes no se encuentran en situación de vulnerabilidad económica. Estos datos reflejan la persistente desigualdad en el acceso a una alimentación suficiente y equilibrada dentro de la UE.
A nivel nacional, las mayores dificultades se registraron en Eslovaquia (39,8% de personas en riesgo de pobreza afectadas), Bulgaria (37,7%) y Hungría (37,3%). En cambio, los países con menor incidencia fueron Chipre (3,5%), Irlanda y Portugal (ambos con 5,1%). Estos contrastes evidencian diferencias estructurales en los sistemas de protección social y en los niveles de ingresos de los distintos Estados miembros.
La capacidad de costear una comida que incluya proteínas animales o un equivalente vegetariano se considera un indicador clave para calcular la tasa de privación material y social severa. Esta métrica forma parte del indicador de personas en riesgo de pobreza o exclusión social, utilizado por la Unión Europea para monitorizar los avances en la lucha contra la pobreza y para evaluar el cumplimiento del Pilar Europeo de Derechos Sociales.
Aunque la mejora interanual muestra un avance positivo, los expertos subrayan que sigue siendo necesario reforzar las políticas de inclusión social y económica, especialmente para los colectivos más vulnerables, con el fin de garantizar el acceso a una alimentación suficiente y de calidad en todo el territorio europeo.