En vísperas de la reunión de los ministros de Agricultura del G20, las organizaciones agrarias de 60 países de áfrica, de las Américas, de Asia y de Europa, han adoptado una declaración común en la que se insiste en que la política comercial no debe dictar las políticas agrícolas nacionales, ni ignorar las preocupaciones no comerciales, contrariamente a los compromisos adquiridos en el marco de la Ronda de Uruguay.
Ante la creciente demanda mundial de alimentos, la seguridad del suministro alimentario es crucial, y es precisa una mejor coherencia entre las preocupaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y otras preocupaciones mundiales.
Comercializando menos del 10% de la producción agrícola mundial en los mercados mundiales, la agricultura desempeña un papel importante en la garantía de la seguridad del suministro alimentario a las poblaciones locales, el mantenimiento de la viabilidad de las comunidades rurales y la preservación de los valiosos recursos de la tierra.
Por ello, las organizaciones agrarias insisten en el reconocimiento del papel especial y estratégico de la agricultura a la luz de los grandes retos que debe afrontar: la creciente volatilidad de los precios, agravada por una excesiva especulación en los mercados, los recursos hídricos y terrestres finitos y las amenazas que supone el cambio climático. Al mismo tiempo, el elevado número de ciudadanos de diversos países del mundo que pasan hambre sigue inalterado y la demanda mundial de alimentos aumenta.
Djibo Bagna, presidente de “Roppa”, órgano que representa a las organizaciones agrarias del áfrica occidental ha declarado que: “Nos preguntamos si el enfoque centrado en la mera apertura de los mercados, sin tener en cuenta estos problemas ni su impacto sobre los agricultores que
producen alimentos, es realmente el mejor camino a seguir. Se precisa de una mejor coherencia entre cualquier acuerdo sobre agricultura en la OMC y los compromisos adquiridos en el marco de otros tratados internacionales importantes sobre cuestiones como la pobreza, el hambre, el cambio climático y la biodiversidad.”
“Apoyamos firmemente el objetivo de conseguir que los países respeten las mismas normas claras, transparentes y predecibles en materia de comercio mundial, ha dicho Paolo Bruni, presidente del Cogeca, órgano representante de todas las organizaciones agrarias de la UE.
“Pero el comercio es un medio que permite el desarrollo humano, no un fin en sí. Los alimentos son indispensables para la vida humana y no pueden tratarse como otros productos básicos. Por ello, el grado de liberalización del comercio deberá atemperarse de acuerdo con la necesidad de suministrar a los agricultores del mundo entero, los medios y los incentivos económicos que les permitan explotar de una manera sostenible su potencial de producción.”