Los jóvenes de entre 14 y 24 años gastan cuatro veces más de lo que ingresan, hasta un total de 150 euros al mes en ropa, alimentación y tecnología.
Keepunto ha trazado la Radiografía del Consumidor Adolescente de España que asegura que la paga media mensual es de 40 euros, pero destinan su presupuesto mensual en ropa (26 euros), alimentación (24 euros) y tecnología (20 euros).
Así, seis de cada 10 adolescentes participan activamente en la compra de alimentación y productos del hogar, pese a estar en una etapa en la que están definiendo su comportamiento como consumidores.
Los adolescentes influyen en la toma de decisiones de las compras familiares sin generar ingresos, especialmente en las de alimentación, ropa e higiene personal. Sin embargo, el 70% depende por tanto de su familia por dedicarse la mayor parte de su tiempo a estudiar. De hecho, sólo el 19% compagina estudios y trabajo.
Este tipo de consumidor se inclina principalmente hacia los productos de marca. La enseña consumida por el adolescente favorece la admisión o no a un grupo concreto. No obstante, son infieles por naturaleza. Una infidelidad que va desapareciendo con la edad y que, según diversos estudios sobre la llamada generación Z, desaparece cuando el adolescente encuentra la marca que le satisface.
Las chicas compran productos que les permita diferenciarse y les proporcionen permanencia, en especial relacionados con la casa: para su habitación, detalles que marquen la diferencia… y centran más su consumo en la formación, y aspectos relacionados con el estudio y el conocimiento.
Por su parte, los chicos compran para parecerse más al resto de los chicos. Prefieren bienes que les proporcionen movilidad, como motos o bicicletas; y centran más su consumo en la producción, es decir, lo que se necesita para el trabajo.
Para ellos consumir es importante y necesario, pero no está a su alcance en la medida que desearían. Este aspecto provoca sentimientos de frustración, ya que es una de las cosas que más les gusta realizar y no la ponen en práctica por falta de dinero.
Los adolescentes aspiran a parecerse a los grupos de edad que están justo por encima de ellos, por lo que esto se refleja en su consumo (ropa, complementos…). Como se puede observar en la tabla a continuación, la diferencia entre la edad real y la edad a la que aspiran va disminuyendo a medida que pasa el tiempo, quedando estancada en los 20 años.