El aumento del coste de vida sigue siendo una de las principales preocupaciones de los españoles. De hecho, Un estudio llevado a cabo por Nickel muestra cómo planean afrontar este incremento en 2025. La mejor estrategia, para el 56% de los encuestados, es reducir el gasto en productos no esenciales, como ropa, tecnología y ocio. Un 32% optará por reutilizar productos o comprar de segunda mano; mientras que un 25% buscará formas de generar ingresos adicionales, ya sea consiguiendo un segundo empleo o invirtiendo en criptomonedas.
Además, un 15,8% considera pedir un préstamo o utilizar tarjetas de crédito para cubrir sus gastos, lo que refleja hasta qué punto la situación económica está obligando a algunos hogares a recurrir a otro tipo de financiación. En este sentido, los jóvenes entre 18 y 30 años son los más vulnerables: el 22,5% está dispuesto a endeudarse y un 31% a invertir en criptomonedas, cifras que superan en 7 y 6 puntos porcentuales, respectivamente, a la media nacional.
Con este escenario, ahorrar se ha vuelto un desafío: un 19,1% de los encuestados admite no tener ningún ahorro, más del doble que en 2024 (7,5%). Este aumento refleja, en palabras de Mónica Correia, CEO de Nickel España, “cómo el aumento del coste de vida sigue limitando la capacidad de ahorro de los hogares, y evidencia la importancia de contar con soluciones accesibles que permitan a las personas gestionar mejor su dinero”.
Bajas expectativas económicas
A pesar de los esfuerzos por ajustar gastos y encontrar nuevas fuentes de ingresos, entre los españoles parece predominar un sentimiento de resignación. Un 57% cree que su situación económica seguirá igual que en 2024, ocho puntos más que el año pasado. Solo un 37% confía en que mejorará, mientras que un 9,6% teme que empeore.
El pesimismo es especialmente alto entre los mayores de 65 años, con un 79% convencido de que su situación económica se mantendrá igual y apenas un 6% con esperanzas de mejora.
El aumento del coste de vida no afecta a todos por igual, y las diferencias generacionales son cada vez más evidentes. Los jóvenes menores de 30 años son los más afectados en términos de bienestar emocional: un 34,5% reconoce que la preocupación por su situación financiera está afectando a su salud mental, una cifra muy superior a la de los mayores de 65 años, que se sitúa en un 19%.
En contraste, y aunque los mayores de 65 años también enfrentan incertidumbre económica, su situación es muy diferente. Un 44% afirma que ha planificado bien sus ahorros y puede hacer frente a imprevistos, una cifra significativamente superior a la de los más jóvenes, donde solo el 7% se siente económicamente seguro.