Los churros son un clásico de la gastronomía española que vive hoy su mejor momento, impulsado por el auge del formato congelado, que ha experimentado un incremento del 7,3% respecto a 2022 y un 0,9% frente a 2023, alcanzando más de 3.079 kilogramos consumidos en los hogares durante el último año, según datos de Circana.
“Aunque sus ingredientes se limitan a agua, harina y sal, y pueden parecer sencillos elaborarlos en casa, la realidad es que la masa requiere precisión, un punto exacto de fritura y, si es posible, disponer de una churrera o manga especial para darles forma. Además, a la hora de freírlos, el aceite debe alcanzar la temperatura perfecta para evitar que queden crudos o grasientos”, explica la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (Asefapre).
Ante esta situación, los churros congelados se han convertido en la solución ideal para quienes buscan mantener la tradición de desayunar con este clásico del desayuno español sin moverse de casa. Su principal atractivo radica en su rapidez de preparación, su gran calidad y la posibilidad de tomarlos calientes, en el mismo momento en que tengamos el ‘antojo’.
“El auge de los churros congelados se debe a que las familias valoran cada vez más su comodidad, la facilidad de elaboración y la amplia variedad de opciones disponibles sin renunciar al sabor de siempre”, asegura Álvaro Aguilar, secretario general de Asefapre.
Hoy en día, en los supermercados se pueden encontrar desde las propuestas más tradicionales, como los clásicos Churros de lazo o las porras prefritas, hasta innovaciones irresistibles, como los originales Churro Bites rellenos de crema de avellana, pensados para los más golosos; los Churros rellenos, con corazón cremoso; los rectos, ideales para mojar; o aquellos al estilo ‘receta de mamá’, inspirados en la repostería casera.
También existen variedades sin gluten para quienes presentan intolerancias o siguen dietas específicas, así como opciones adaptadas a los nuevos métodos de cocinado, como la air fryer, que permiten disfrutar de una textura crujiente por fuera y tierna por dentro empleando menos aceite. Una forma más ligera de saborear este clásico dulce sin renunciar al placer de unos buenos churros.








