El mundo del reciclaje y la gestión de residuos ha dado un nuevo paso con la entrada en vigor de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) para los envases comerciales desde el 1 de enero de 2025. A partir de esta fecha, las empresas que ponen en el mercado este tipo de envases tienen la obligación de financiar y garantizar su correcta gestión, con el objetivo de lograr su plena circularidad.
Pero, ¿qué son exactamente los envases comerciales y en qué se diferencian de los domésticos? Los envases comerciales son aquellos que están diseñados para la actividad comercial y no están disponibles para el consumidor final. En consecuencia, el residuo se genera en el comercio, y es este el responsable de su correcta gestión. Algunos casos concretos son:
– Envases de agrupación: Se trata de envases que agrupan otros productos, pero que no pueden ser adquiridos por el consumidor final. Un ejemplo es una caja grande que transporta yogures a un supermercado.
– Envases en el canal HORECA: Son comerciales si tienen un formato exclusivo para este canal. Por ejemplo, un saco de cinco kilogramos de azúcar que solo se distribuye en hoteles y restaurantes. Si el formato es el mismo que el de los productos disponibles para los consumidores, se considera un envase doméstico.
– Envases de productos a granel: Un saco que contiene legumbres destinadas a la venta a granel o una caja de pescado que se vende por peso son envases comerciales, ya que el envase nunca llega al consumidor final.
– Envases entre comercios: Si una lavandería entrega toallas limpias a un hotel en una bolsa específica para el transporte, este es un envase comercial, porque solo circula entre negocios y no llega al consumidor.
– Expositores de producto: Si un expositor se usa también como caja de transporte para llevar productos a una tienda, se considera un envase comercial.
¿Por qué las empresas deben gestionarlos?
La nueva normativa de envases exige a las empresas asumir su papel en la gestión responsable de los residuos que generan. La idea es avanzar hacia un modelo de economía circular donde los envases comerciales sean reciclados y reutilizados de manera eficiente.
Para adaptarse a la nueva regulación, las empresas deben identificar correctamente sus envases y clasificarlos según sean comerciales o domésticos. Además, deben financiar su gestión mediante su adhesión a sistemas colectivos de responsabilidad ampliada, como el de Ecoembes.
También es necesario garantizar la trazabilidad del residuo generado y su correcta disposición para el reciclaje, así como fomentar el ecodiseño en sus envases para facilitar su reciclabilidad.
La transición hacia una economía más sostenible es un reto, pero también una oportunidad para que las empresas innoven en la manera en que gestionan sus envases. Rebeca Mella, gerente de Desarrollo de Valor a Cliente en Ecoembes asegura que «no partimos de cero. Contamos con más de 25 años de experiencia en la gestión de envases domésticos. Si sumamos la innovación y la colaboración, podemos avanzar hacia un futuro sin residuos”.