La falsificación de bebidas espirituosas y vinos cuesta a las empresas europeas 1.300 millones de euros al año, según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea. Ahora, investigadores financiados con fondos europeos han desarrollado etiquetas inteligentes para garantizar la autenticidad y la trazabilidad del vino desde el viñedo hasta la mesa, ayudando a combatir la falsificación y aumentar la confianza del consumidor.
En un intento de contrarrestar a los falsificadores, Sanja Radonjić, enóloga que trabaja con Plantaže, industria vitivinícola de Montenegro, se ha unido a investigadores y productores de vino de España, Francia, Italia, Serbia y Argentina en una iniciativa financiada por la UE llamada TRACEWINDU. El equipo está utilizando una combinación de química y tecnología informática para garantizar la trazabilidad completa del vino desde el viñedo hasta la mesa.
El profesor Manuel Valiente, catedrático de Química de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), lidera la iniciativa que durará cuatro años hasta principios de 2026. El interés de Valiente por la investigación alimentaria tiene sus raíces en su infancia en Cumbres Mayores, una ciudad española famosa por su jamón curado. Esta herencia cultural le sirve de base para aplicar técnicas analíticas en química y su interés por proteger los vinos.
Valiente cree que la solución desarrollada por los investigadores de TRACEWINDU es una forma rentable y sólida de garantizar la autenticidad de un vino. El equipo ha creado un pasaporte digital para cada botella que utiliza tecnología blockchain para confirmar la firma química única del vino obtenida del suelo, el aire y las condiciones ambientales en las que se cultiva.
Huella dactilar única
El doctor Gustavo Pérez González, responsable senior de proyectos y doctor en química de la UAB, que colabora estrechamente con Valiente, coincide en que la combinación de la química y la tecnología blockchain crea un método de verificación casi inalterable. “La tecnología blockchain es un sistema confiable e inmutable para proteger la información”, afirmó.
Cada etapa de la producción del vino, desde el cultivo de la uva hasta la fermentación, el embotellado y la distribución, se registra de forma permanente y es accesible a través de un código QR en la etiqueta. Este código QR se convierte en la huella dactilar del vino y, como las huellas dactilares humanas, cada una es única y difícil de falsificar.
Lo único que tiene que hacer el consumidor es escanear la etiqueta inteligente TRACEWINDU con su teléfono y recibirá toda la información registrada sobre el vino.
Aumentar la confianza
La esperanza es que el trabajo que está realizando el equipo de TRACEWINDU ayude a retener a los consumidores e incluso a atraer a otros nuevos, gracias a la garantía de que están bebiendo un producto genuino. “Los consumidores quieren saber de dónde vienen los productos, quién los manipula y los procesos que hay detrás de su recorrido hasta el mercado”, afirma Valiente. “Es necesario satisfacer esta curiosidad”.
De cara al futuro, Valiente prevé la creación de más etiquetas inteligentes para los vinos protegidos por el sistema de calidad de indicación geográfica de la UE. Este sistema protege los nombres de productos que proceden de regiones específicas, o «terroirs» en el lenguaje del vino, y que tienen cualidades únicas vinculadas a su origen geográfico y a su saber hacer tradicional.
Según él, la asociación con cooperativas de vino y distribuidores globales también podría maximizar la visibilidad y el impacto del sistema de trazabilidad. “Esto podría impulsar las ventas, especialmente en los mercados premium, donde la autenticidad es primordial”.