Los hogares españoles que beben agua embotellada de manera habitual consumen anualmente un promedio de 720 botellas de plástico, lo que supone un gasto medio total de 290 euros, según un Estudio sobre el Consumo del Agua en España de TAPP Water, que revela que el formato más usual es el de 1,5-2 litros, con un 50% del consumo. A este, le siguen las garrafas y las botellas pequeñas de medio litro.
En cuanto a los motivos, el informe recoge que los españoles siguen prefiriendo beber agua embotellada que agua del grifo por su sabor y por salud. Concretamente, el 33% prefiere el agua embotellada porque considera que sabe mejor y el 25% porque cree que así evitará posibles problemas de salud, a pesar de que el agua de grifo está altamente regulada y cumple con todos los estándares internacionales de calidad y salubridad.
En cuanto a qué es lo que más les preocupa del agua del grifo, el 73% cree que la cal es de las sustancias más perjudiciales, seguida del cloro y las bacterias (que ambas obtienen un 64%) y de los microplásticos (63%).
Las preocupaciones varían según el territorio. Para los encuestados de la costa mediterránea, la cal es la principal preocupación, algo natural teniendo en cuenta que en esta región existen mayores concentraciones de cal y cloro en el agua, lo que confiere un sabor y olor distintivos que pueden resultar desagradables.
Por el contrario, lo que más preocupa en el noroeste (a excepción de Asturias) es la posible presencia de bacterias en el agua que pudieran provocar enfermedades entre la población. Por su parte, La Rioja, Extremadura y Asturias son las comunidades autónomas que tienen una mejor percepción del agua del grifo. En cambio, Canarias, Cantabria y Navarra son las comunidades con la peor opinión.