La normativa de la Unión Europea obliga a informar gráficamente del lugar de procedencia y procesado de la mayoría de los alimentos frescos. Por seguridad, pero también para que el consumidor pueda comparar y priorizar productos de cercanía, sostenibles y que garanticen el bienestar animal. A este respecto, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denuncia que, lamentablemente, en el caso de la carne, el pescado y los huevos que se venden en los mercados y los comercios de barrio, la información brilla por su ausencia.
Un estudio de OCU, subvencionado por el Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, recoge información sobre los precios y la trazabilidad de distintas piezas de carne y pescado en 13 cadenas de supermercados, mercados y comercios de barrio de siete grandes ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Bilbao y A Coruña. Sumando, en total, 400 puntos de venta.
El trabajo revela que, en los supermercados, donde muchos productos se venden ya envasados, se observa un cumplimiento generalizado de la normativa sobre la información obligatoria, sobre todo en la carne, tanto de ternera, como de cerdo o de pollo. Que casi siempre es de origen nacional, aunque en la ternera hay un 14% de producto de importación, habitualmente más caro. En el pescado también se ofrece la información obligatoria, aunque se detectan algunas deficiencias de etiquetado relativas al arte de captura y la zona de pesca (los códigos FAO son poco comprensibles). Sobre todo, en el pescado pequeño (bacaladilla, boquerón, sardina, calamar o sepia) y no envasado. Por cierto, en el pescado las diferencias de precio se aprecian sobre todo en función del arte de captura: el arrastre, la más dañina para el medio marino, reúne los precios más baratos. Igual que la acuicultura de importación, posiblemente por su menor frescura.
Por el contrario, en los mercados tradicionales y en las carnicerías y pescaderías de barrio, donde el producto envasado es la excepción, los incumplimientos sobre la información de trazabilidad son habituales. Hasta un 95% de la carne no presenta información sobre el país de nacimiento, cría, sacrificio o despiece de animal. Mientras que en el 75% del pescado a la venta no se indica información alguna sobre su origen ni el arte de pesca, a pesar de su relevancia ambiental. Un incumplimiento que afecta tanto a especies locales como a importadas.
“En definitiva, mientras que en los supermercados existe una trazabilidad razonablemente garantizada gracias al envasado, los comercios tradicionales de barrio que venden a granel rara vez informan sobre el origen y las condiciones de producción o pesca, contraviniendo la normativa de etiquetado alimentario de la Unión Europea”, señala OCU, que asegura que esta falta de información impide al consumidor priorizar productos de cercanía (el transporte supone hasta el 11% de las emisiones de CO2 de la cadena agroalimentaria) o de explotaciones que garanticen el bienestar animal; y en el caso del pescado, poder priorizar las capturas realizadas con artes más sostenibles para el medio marino, como el anzuelo o el palangre, las trampas y las nasas.
OCU solicita a las Comunidades Autónomas aumentar las inspecciones de modo que se garantice el cumplimiento de la normativa de trazabilidad en todos los canales. Pero también impulsar acciones de formación a los carniceros y pescaderos de los comercios tradicionales para que conozcan sus obligaciones legales y tengan herramientas sencillas para informar al consumidor. En este sentido es importante diseñar etiquetas más claras para el consumidor: la información sobre el origen, la zona de pesca o el sistema de cría debe presentarse en un formato sencillo, evitando códigos confusos como la zona FAO.