Si bien el Black Friday fue un fenómeno que hace un tiempo tenía poco impacto en España, en los últimos años esta situación ha cambiado. Así, la consultora de marketing digital Dolist estima que el viernes negro ya supone en torno al 5% de las ventas de comercio electrónico de todo el año.
En concreto, esta compañía estima que el viernes negro se facturan unos 1.500 millones de euros a nivel global de los 30.000 millones que movió el e-commerce en 2017, según publicó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
“Esto supone un crecimiento del 17% respecto a 2017, superando incluso al 13% del año anterior”, explica Carles Morant, responsable de marketing de Dolist que añade que “para 2018 se esperan crecimientos incluso mayores, que llegarán al 28% en países como Francia”, añade.
Por lo tanto, el próximo 23 de noviembre se perfila como una ocasión de gran interés para los profesionales que quieran fomentar las ventas y clientes, aunque la masificación de ofertas y mensajes comerciales hace que el usuario tienda a saturarse y pierda interés. “La clave radica en saber distinguirse de la competencia”, destaca Dolist.
La máxima de esta estrategia es “aprender a conocer mejor al cliente” para ofrecerle exactamente eso que busca. De esta forma, con un trabajo previo que “debe hacerse todo el año, y no solo en vísperas al Black Friday” ahorramos tiempo, dinero y esfuerzo en campañas promocionales que reportan poco beneficio y, a cambio, “estaremos realizando un marketing directo, segmentado y de calidad”, explica Morant.
Continúa el experto diciendo que “para triunfar en un evento comercial como este no es suficiente con tener muchas bases de datos”, sino en enriquecer los datos del cliente, en unificarlos, validarlos y segmentarlos para garantizar qué tipo de método específico es mejor para cada tipo de usuario (mientras algunas campañas promocionales serán más efectivas a través del SMS, otras pueden serlo por e-mail, por ejemplo).